
Mario Desbordes, alcalde de Santiago y figura clave del centro-derecha, ha protagonizado en las últimas semanas un verdadero coliseo político y social que pone en evidencia las tensiones no solo con el gobierno actual, sino también al interior de su propio partido, Renovación Nacional (RN), y con actores locales y nacionales que han marcado la agenda pública de la capital.
El conflicto más reciente y visible ocurrió a mediados de noviembre, cuando la Dirección de Obras Municipales (DOM) de Santiago, bajo la administración de Desbordes, ordenó la paralización inmediata de las obras de remodelación y mantenimiento en el Palacio de La Moneda. El 10 de noviembre la DOM notificó la suspensión por falta de permisos municipales para la instalación de andamios en un bien nacional de uso público, amparándose en la Ley General de Urbanismo y Construcciones.
Desde el Ejecutivo, se defendió el plan de conservación como una política de Estado que busca mejorar las condiciones para trabajadores y funcionarias, destacando que la responsabilidad sobre la documentación recae en la empresa constructora. Sin embargo, el alcalde fue tajante: "Nadie está por sobre la ley, ni siquiera el Palacio de Gobierno".
Este episodio no es aislado, sino que se enmarca en una relación tensa y de vieja data entre Desbordes y el gobierno, que en los últimos meses ha transitado desde las tomas de liceos emblemáticos, pasando por el conflicto en Meiggs, hasta las celebraciones de Fiestas Patrias.
En paralelo, la gestión municipal ha enfrentado una crisis en el Instituto Nacional y otros liceos emblemáticos, con episodios de violencia que han incluido ataques con bombas molotov a profesores y tomas de establecimientos. Desbordes ha acusado al Ministerio de Educación, liderado por Nicolás Cataldo (PC), de un "silencio total" y falta de apoyo.
El viernes 4 de octubre un profesor fue atacado con una bomba molotov dentro del Instituto Nacional, lo que motivó una querella presentada por la municipalidad. El alcalde ha insistido en la necesidad de "hacer cumplir la ley" y ha criticado la postura blanda y permisiva que, según él, tuvo la administración anterior de Irací Hassler (PC).
La polémica se extendió a la desvinculación de la rectora Carolina Vega tras un sumario que la acusó de negligencia en la gestión de un grave episodio de violencia interna. Vega busca apelar la decisión, argumentando que se aplicaron los protocolos correspondientes y que la investigación tuvo sesgos.
Otro frente abierto es el control del comercio ilegal y la delincuencia en el barrio Meiggs. La municipalidad ha desplegado operativos para recuperar el espacio público, enfrentando estructuras criminales que, según Desbordes, incluyen tráfico de cigarrillos, microtráfico de drogas y lavado de activos.
El alcalde ha señalado que la situación se agravó durante la gestión anterior, acusando al PC de políticas permisivas que facilitaron la instalación de la delincuencia. Para mantener el control, se estima que se requieren al menos 400 guardias municipales, junto con la coordinación con servicios como el SII, Aduanas y Carabineros.
En el plano político, Desbordes ha generado controversia dentro de Renovación Nacional. Su apoyo público al candidato republicano Álvaro Carter en el Distrito 12, en desmedro de los candidatos de su propio partido, fue calificado por la diputada Ximena Ossandón como un "balde de agua fría" y una falta de lealtad que fue llevada al Tribunal Supremo de RN.
Por otro lado, Desbordes se desmarca del candidato presidencial Johannes Kaiser, a quien calificó críticamente, generando un cruce de acusaciones entre ambos. La bancada oficialista ha defendido la postura del alcalde, argumentando que representan proyectos políticos distintos dentro del espectro de la centroderecha.
Este episodio múltiple y entrelazado revela un escenario complejo en Santiago: un alcalde que se posiciona como férreo defensor del orden y la ley, dispuesto a enfrentar tanto al gobierno central como a actores políticos de su propio sector. Su gestión está marcada por la tensión entre la exigencia de seguridad y orden público, y el desafío de manejar conflictos sociales profundos en educación y espacio público.
Las disputas internas en RN reflejan además las fracturas y dilemas de la centroderecha chilena en un momento electoral crucial, donde las lealtades y los cálculos políticos parecen reconfigurarse aceleradamente.
En definitiva, el conflicto Desbordes-gobierno no es solo un choque de poderes, sino una batalla por la narrativa y el control político en la capital, con consecuencias palpables para la ciudadanía y el futuro político del país.
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Fuentes: La Tercera, Cambio21, Cooperativa.cl, El País Chile.