La crisis universitaria en Chile: ¿qué queda después del boom? - Un análisis maduro sobre educación superior y sus dilemas

La crisis universitaria en Chile: ¿qué queda después del boom? - Un análisis maduro sobre educación superior y sus dilemas
Educación y Cultura
Educación
2025-11-20
Fuentes
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- Saturación y desconfianza en el sistema universitario tras años de masificación.

- Tensiones entre calidad y acceso, con consecuencias socioeconómicas visibles.

- Debate sobre el sentido y rol de la universidad en el Chile contemporáneo.

En los últimos años, Chile vivió una verdadera explosión en la matrícula universitaria, impulsada por políticas como el Crédito con Aval del Estado (CAE) y la gratuidad. Entre la década pasada y 2025, la cantidad de estudiantes en educación superior creció en más de un 50%, un fenómeno que inicialmente fue celebrado como un avance en la democratización del acceso. Sin embargo, a la distancia, las consecuencias de esta masificación han puesto en jaque la calidad, la pertinencia y el sentido mismo de la universidad en el país.

Este fenómeno no es exclusivo de Chile, pero aquí adquiere características particulares. El aumento acelerado de matrículas no estuvo acompañado de una expansión proporcional en infraestructura, planta académica ni recursos, generando un ambiente donde la formación se ha visto comprometida y la saturación es palpable.

Desde la perspectiva política, las opiniones se dividen con claridad. Por un lado, sectores progresistas insisten en que el acceso masivo es un derecho social innegociable, y que el problema radica en la insuficiencia de financiamiento estatal para mantener la calidad. “La universidad debe ser un espacio abierto para todos, no un privilegio de pocos. La inversión pública es la clave para superar las brechas,” sostiene una parlamentaria del Frente Amplio.

En cambio, voces conservadoras y representantes de centros académicos tradicionales advierten que la masificación sin control ha erosionado el prestigio y la función formativa de las instituciones. “No sirve tener más titulados si no están preparados para enfrentar el mundo laboral o contribuir al desarrollo del país,” argumenta un rector de universidad privada reconocida.

En el ámbito social, los jóvenes enfrentan una paradoja: mientras más personas acceden a la universidad, más se evidencia la precariedad laboral y el desempleo entre profesionales recién egresados. El fenómeno de los “cesantes ilustrados” ha generado frustración y cuestionamientos sobre la promesa de movilidad social ligada a la educación superior.

Además, el debate se extiende hacia el rol espiritual y formativo de la universidad. Inspirados en figuras como John Henry Newman, algunos sectores llaman a recuperar una visión que combine libertad académica con formación integral, incluyendo aspectos éticos y religiosos. Sin embargo, esta propuesta enfrenta resistencia en un contexto crecientemente secular y pluralista, donde la universidad pública busca definirse en términos más laicos y técnicos.

La reciente propuesta gubernamental del Fondo de Educación Superior (FES) intenta responder a estos desafíos, pero ha sido criticada por no abordar en profundidad la masificación ni los problemas estructurales del sistema. “El FES es un parche que no toca la raíz del problema: la calidad y la pertinencia,” señala un economista experto en políticas educativas.

En conclusión, el ciclo expansivo de la educación universitaria chilena ha dejado a la vista una serie de tensiones no resueltas: entre acceso y calidad, entre expectativas sociales y realidades económicas, y entre modelos educativos con y sin anclaje espiritual. La universidad, más que nunca, debe replantearse su sentido y su misión en un país que demanda profesionales competentes, críticos y comprometidos.

Lo que está claro es que el debate continuará, pero ahora con la urgencia de decisiones que no solo miren el corto plazo, sino que construyan un sistema sostenible, justo y relevante para las próximas generaciones.