
La noche del miércoles 13 de noviembre en Colina se desplegó un dramático episodio que condensó la tensión entre seguridad ciudadana, el actuar policial y la violencia creciente en delitos callejeros. A eso de las 21:10 horas, un grupo de cuatro sujetos cometió un robo con intimidación en la Carretera General San Martín, donde una mujer fue bajada de su vehículo y despojada de su teléfono móvil. Sin embargo, la escena no quedó ahí: un mayor de Carabineros que regresaba a su casa presenció el ilícito y decidió seguir a los antisociales sin ser detectado.
La persecución culminó en un choque vehicular y un enfrentamiento donde el oficial hizo uso de su arma de servicio, disparando ocho veces y hiriendo a dos de los cuatro delincuentes. Uno de ellos quedó en riesgo vital en el Hospital San José, mientras que el segundo permanece con lesiones graves.
Este episodio ha reabierto el debate en varios frentes. Desde la perspectiva policial, el capitán Rodrigo Avello destacó la rápida reacción y la importancia de la presencia policial aún en horarios no oficiales: 'El mayor actuó con profesionalismo y dentro del marco legal, evitando que los delincuentes continuaran su huida y afectaran a más ciudadanos.'
Pero desde sectores sociales y de derechos humanos, la situación genera inquietud. El perfil de los antisociales incluye a dos menores de edad con antecedentes y a adultos con historial policial, lo que plantea preguntas sobre las fallas en la reinserción y el control social. Además, la gravedad de las heridas y el uso de armas de fuego por parte de Carabineros reactivan el debate sobre los límites del uso legítimo de la fuerza.
En la comuna de Colina, vecinos expresan una mezcla de alivio y preocupación. Para algunos, la acción policial es un respiro frente a la sensación de inseguridad que ha crecido en la zona. Para otros, la violencia que se desató refleja una espiral de conflicto que no se resolverá solo con medidas represivas.
Por su parte, expertos en seguridad ciudadana advierten que este tipo de casos son síntomas de problemas estructurales: 'La delincuencia organizada y la violencia en las calles requieren políticas integrales que vayan más allá del control policial, incluyendo prevención social, educación y oportunidades para los jóvenes en riesgo.'
En términos legales, el proceso judicial contra los detenidos está en curso, mientras que Carabineros enfrenta la revisión interna del procedimiento para asegurar el cumplimiento de protocolos.
Este evento, lejos de ser un hecho aislado, refleja la complejidad del desafío que enfrenta Chile en materia de seguridad pública. La tensión entre la protección ciudadana y el respeto a los derechos humanos, la presencia de menores en hechos delictuales y la violencia armada en las calles configuran un escenario donde no hay respuestas simples.
Como conclusión, el operativo en Colina dejó en evidencia la capacidad de reacción de Carabineros, pero también los límites y riesgos de un modelo de seguridad basado en la confrontación directa. La sociedad chilena, desde distintos sectores y regiones, deberá confrontar estas contradicciones para avanzar hacia soluciones que no solo contengan la violencia, sino que la prevengan y la reduzcan en el largo plazo.