
La campaña presidencial de Evelyn Matthei, que comenzó con expectativas moderadas, ha entrado en un terreno de turbulencia que ha ido más allá de las encuestas y las estrategias de comunicación. Desde inicios de agosto de 2025, surgieron voces dentro de Chile Vamos que cuestionaron la viabilidad de su candidatura, sugiriendo incluso la opción de que José Antonio Kast tome el liderazgo del bloque. Este escenario ha dejado al descubierto no solo una crisis de imagen, sino una fractura interna que pone en jaque la cohesión política del sector.
El 2 de agosto de 2025, declaraciones del diputado Andrés Celis y otros parlamentarios como Miguel Mellado y Jorge Alessandri, deslizaron públicamente la posibilidad de un replanteamiento en la candidatura presidencial. Celis expresó que si Kast mostraba mejores perspectivas, él debería ser el candidato. Alessandri, desde la UDI, fue aún más explícito al sugerir que Matthei podría no inscribirse, generando una alarma inmediata en el comando y en los partidos que conforman Chile Vamos.
Estas palabras no solo reflejaron la preocupación por los bajos resultados en las encuestas, donde Matthei se mantenía en un tercer lugar poco alentador, sino también un descontento con la línea de campaña y la estrategia adoptada. La controversia con el Partido Republicano y la fallida ofensiva judicial contra lo que Matthei calificó como una "campaña asquerosa" en redes sociales solo profundizaron la crisis.
La reacción oficial no tardó en llegar. Líderes como Rodrigo Galilea (RN) y Guillermo Ramírez (UDI) intentaron contener la crisis, reafirmando el compromiso con la candidatura de Matthei. Celis aclaró que apoyaría a Matthei en segunda vuelta, y Alessandri destacó la trayectoria y sacrificio de la exalcaldesa. Sin embargo, las tensiones internas quedaron al desnudo, evidenciando una coalición dividida entre quienes aún creen en la recuperación de Matthei y quienes ya miran hacia Kast como alternativa.
Desde la perspectiva política, esta fractura no es menor. La historia reciente muestra que estas disputas internas pueden erosionar la confianza del electorado y la disciplina partidaria. El antecedente de la candidatura de Sebastián Sichel en 2021, cuando también se vivieron tensiones similares, sirve como advertencia para Chile Vamos.
La crisis no solo afecta a la dirigencia, sino que también se percibe en las bases y en la ciudadanía. En regiones donde Chile Vamos tradicionalmente ha tenido fuerte apoyo, la incertidumbre sobre quién representará al bloque ha generado desconcierto y desgaste.
Además, sectores sociales más críticos han interpretado esta disputa como un síntoma del desconcierto político que atraviesa la derecha, lo que podría tener consecuencias en la participación electoral y en la percepción pública del bloque.
Tras meses de desgaste, los consejos generales de RN y UDI, programados para finales de noviembre, se presentan como instancias clave para definir la continuidad de la candidatura de Matthei y la estrategia para las elecciones de 2025. Aunque algunos dirigentes mantienen la esperanza de un repunte, la evidencia apunta hacia un bloque fracturado que deberá enfrentar las consecuencias de su división en las urnas.
La crisis en la campaña de Matthei revela, en última instancia, una tensión profunda entre la necesidad de unidad y las diferencias estratégicas dentro de Chile Vamos. Más allá de quién termine siendo el abanderado, este episodio deja lecciones sobre la fragilidad de los consensos políticos en contextos de alta competitividad y la importancia de la cohesión interna para enfrentar desafíos electorales.
La política chilena, con su compleja trama de alianzas y disputas, vuelve a mostrar que el camino hacia La Moneda no es solo una carrera contra otros bloques, sino también una batalla interna donde las grietas pueden convertirse en abismos.