
Un pulso que trasciende la campaña: La segunda vuelta presidencial del 14 de diciembre ha entrado en una etapa de confrontación abierta donde la estrategia de los candidatos revela mucho más que simples tácticas electorales. Jeannette Jara, abanderada del pacto Unidad por Chile, acusó a José Antonio Kast de "falta de coraje" por restarse de los debates televisivos más importantes y optó por calificar su despliegue regional como una manera de "escabullirse" de la prensa. Esta declaración fue acompañada por un llamado público a Kast a enfrentar las preguntas de la ciudadanía y a no esconderse tras medidas de seguridad que, según Jara, privilegian su protección personal por sobre la defensa de la población.
Dos visiones en choque: La postura de Jara refleja una apuesta por la transparencia y el contacto directo con la opinión pública a través de los medios tradicionales, asumiendo incluso la incomodidad de las preguntas difíciles. En contraste, Kast ha privilegiado un despliegue territorial en regiones como La Araucanía y Arica y Parinacota, acompañado por un fuerte protocolo de seguridad —incluido el uso de vidrio blindado— que ha sido interpretado por sus críticos como un símbolo de distanciamiento y miedo a la confrontación directa.
Perspectivas políticas y sociales: Desde el oficialismo, la crítica no se limita a la ausencia en debates, sino que se extiende a la falta de claridad sobre recortes presupuestarios anunciados por Kast y a su negativa a transparentar propuestas consideradas "clandestinas". La candidata Jara enfatiza que la ciudadanía merece votar con información clara y sin la influencia de desinformación o bots en redes sociales. Por otro lado, el comando de Kast ha defendido esta estrategia argumentando que la seguridad y la proximidad a las regiones son prioritarias, y que la participación en debates no es el único medio para comunicar sus propuestas.
La ofensiva del comando Jara: Paralelamente, el equipo de campaña de Jara ha intensificado la búsqueda de municiones políticas contra Kast, explorando su historial parlamentario y su actividad en redes sociales para evidenciar contradicciones y decisiones polémicas. Se ha puesto especial atención en la figura de Jorge Quiroz, coordinador económico de Kast, acusado por el oficialismo de vinculación con casos de colusión en el pasado. Esta estrategia, sin embargo, no está exenta de riesgos: algunos sectores dentro del oficialismo advierten que una escalada en la confrontación podría polarizar en exceso y alejar a votantes indecisos.
Voces ciudadanas y regionales: En terreno, la reacción de la ciudadanía es diversa. Mientras algunos valoran la disposición de Jara a enfrentar preguntas difíciles y su presencia en comunas populares como La Pintana y Cerro Navia, otros simpatizantes de Kast consideran que la seguridad y el contacto directo en regiones son una respuesta legítima a un contexto de violencia y desconfianza, que demanda cautela y prudencia.
Conclusiones y consecuencias: Este episodio revela que la campaña presidencial en Chile no solo es una contienda por votos, sino un choque profundo de estilos políticos y visiones sobre la democracia participativa. La ausencia de Kast en debates televisivos, lejos de ser un simple detalle táctico, ha abierto un debate sobre la responsabilidad de los candidatos de rendir cuentas públicas en espacios de diálogo directo. Por su parte, la estrategia de Jara de combinar confrontación mediática con ampliación de su comando hacia sectores culturales y sociales apunta a construir una narrativa inclusiva y de cercanía con el electorado.
En definitiva, la campaña se ha convertido en un escenario donde se exhiben las tensiones entre la transparencia y la seguridad, entre el cara a cara mediático y el contacto territorial protegido, y entre la confrontación abierta y la prudencia estratégica. La ciudadanía, expectante, observa este coliseo político donde cada movimiento puede definir no solo el resultado electoral, sino también la naturaleza del diálogo democrático en Chile.