
En un escenario político ya tensionado por la proximidad de la segunda vuelta presidencial, un episodio de lenguaje clasista ha encendido un debate que va más allá de una simple polémica pasajera. El coordinador estratégico del comando de Jeannette Jara, Darío Quiroga, fue obligado a renunciar tras viralizarse sus comentarios donde calificó despectivamente a la diputada electa Zandra Parisi, hermana del ex candidato presidencial Franco Parisi, con términos como "viejitos chuñuscos", "chantas" y "flaiterío".
La reacción inmediata de Jara fue clara y pública: "No es mi estilo, no soy una persona que trata así a los demás", afirmó, subrayando que "no me gustan los dichos clasistas porque generalmente son las grandes mayorías las que se ven afectadas". Esta postura refleja un intento por contener el daño político y reafirmar un compromiso con un discurso inclusivo, justo cuando su campaña busca ampliar su base electoral.
Por otro lado, Franco Parisi no se quedó atrás y aprovechó la oportunidad para enmarcar el incidente en un contexto más amplio de exclusión y ninguneo político que, según él, ha sufrido su movimiento. "Estábamos acostumbrados al ninguneo de lado y lado, pero ahora nosotros podemos cargar la balanza", dijo, enfatizando que pese a las ofensas, valora las disculpas públicas de Quiroga.
Este intercambio desnuda una pugna que no solo es personal, sino que simboliza las tensiones sociales y culturales latentes en el Chile contemporáneo. Por un lado, sectores tradicionales que aún reproducen estereotipos y expresiones de desprecio hacia grupos sociales emergentes o considerados periféricos. Por otro, fuerzas políticas que buscan capitalizar el descontento y la sensación de abandono de amplios sectores.
Desde el oficialismo, la renuncia de Quiroga fue presentada como una decisión necesaria para enfrentar los desafíos de esta nueva etapa electoral, intentando evitar que un episodio puntual se convierta en un lastre mayor para la candidatura de Jara. Sin embargo, para la oposición y analistas independientes, el caso expone cómo el clasismo sigue siendo un problema estructural en la política chilena.
Además, la controversia ha abierto un debate sobre el estilo y los límites del discurso político en tiempos de polarización. Parisi, por su parte, ha manifestado su intención de mantener su programa de entrevistas "Bad Boys" como espacio de diálogo, incluso sin la participación de los candidatos de la segunda vuelta, buscando que su electorado decida de forma participativa.
Este episodio, lejos de ser un simple desliz, pone en evidencia la persistencia de prejuicios que atraviesan a todos los sectores y la dificultad de construir un espacio político que realmente integre las diversas realidades sociales del país.
En conclusión, la renuncia de Quiroga y las declaraciones de Jara y Parisi evidencian que el clasismo no es solo un problema de individuos, sino un síntoma de una sociedad que aún debe confrontar sus divisiones internas para avanzar hacia una convivencia más respetuosa y plural. La forma en que esta controversia será gestionada y recordada marcará un precedente en la campaña presidencial y, posiblemente, en la cultura política chilena en general.