El futuro económico de Jara: entre promesas de crecimiento y desafíos políticos

El futuro económico de Jara: entre promesas de crecimiento y desafíos políticos
Economía
Macroeconomía
2025-11-20
Fuentes
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- Propuesta de crecimiento económico como eje central del programa.

- Dilema político para concretar acuerdos y mantener gasto social.

- Expectativas moderadas de crecimiento en un contexto de inversión y negociación.

En un escenario político y económico marcado por la incertidumbre global y las demandas sociales, el equipo económico de la candidata oficialista Jeannette Jara ha ido perfilando una estrategia que busca conjugar crecimiento, inversión y justicia social. A finales de julio de 2025, Luis Eduardo Escobar, economista y presidente del directorio de la Empresa Portuaria Valparaíso, adelantó los principales ejes del programa económico que Jara presentaría para la primera vuelta presidencial.

El crecimiento aparece como el problema fundamental a resolver. “Los principales ejes tienen que ver con el crecimiento, que es un problema fundamental (...), los temas sociales, especialmente vivienda, empleo y salario decente”, explicó Escobar, señalando así la intención de un programa que no solo busque cifras macroeconómicas, sino que también mejore la calidad de vida de los ciudadanos.

Uno de los puntos más debatidos ha sido la propuesta original de Jara de un salario vital de $750.000. El equipo ha matizado esta idea, enfatizando que más que una cifra fija, se trata de un objetivo para mejorar condiciones reales, siempre supeditado a la capacidad de crecimiento económico y a la construcción política de acuerdos. “Lo del salario vital de los $750 mil lo hemos estado hablando con la candidata y lo que hemos acordado es que, en realidad, lo que ella trató de decir con eso es que hay un objetivo de tratar de mejorar la calidad de vida de la gente”, explicó Escobar.

Este matiz pone en evidencia la tensión entre las demandas sociales y las limitaciones económicas y políticas. La inversión aparece como motor indispensable para reimpulsar la economía, pero no sin la necesaria negociación política. “Si tú quieres hablar de crecimiento, lo principal es que tiene que haber inversión y la inversión es demanda interna. Entonces no podemos llegar y decir, botamos a la basura la demanda interna, no tiene que haber demanda interna”, añadió el economista, subrayando la complejidad de un escenario donde el diálogo nacional se vuelve imprescindible.

En el plano tributario, Jara ha descartado cambios significativos al sistema vigente, distanciándose de las propuestas de la derecha que buscan reducir impuestos. La lógica oficialista apunta a mantener los niveles de gasto social actuales y futuros, lo que implica sostener la recaudación fiscal. Esta postura ha generado críticas desde sectores empresariales que demandan mayor flexibilidad impositiva para incentivar la inversión, mientras que desde la izquierda se reclama avanzar hacia una mayor progresividad.

Las expectativas de crecimiento, por su parte, se mantienen en un rango moderado. Según Escobar, existe un consenso entre economistas de aspirar a un crecimiento cercano al 4% anual, aunque advierte que esto dependerá de la capacidad del gobierno para construir acuerdos políticos sólidos que permitan aumentar la inversión.

Desde la región, voces empresariales y sociales han recibido con cautela estas señales. Algunos sectores productivos valoran la intención de estabilidad tributaria, pero advierten que sin reformas estructurales que incentiven la inversión, el crecimiento será esquivo. Por otro lado, organizaciones sociales y sindicales insisten en que cualquier avance económico debe traducirse en mejoras concretas en empleo y salarios, recordando que la desigualdad sigue siendo un desafío persistente en Chile.

Este escenario plantea un verdadero coliseo político y económico: por un lado, la necesidad de impulsar crecimiento y mantener la inversión; por otro, la urgencia de responder a demandas sociales históricas y garantizar un piso de justicia redistributiva. La candidata Jara y su equipo enfrentan el desafío de navegar estas tensiones sin perder el rumbo, en un contexto donde la fragmentación política dificulta la construcción de consensos.

A cuatro meses de las primarias, el programa económico oficialista ha madurado hacia una visión más pragmática, donde las promesas iniciales se ajustan a las realidades del diálogo político y la economía global. Sin embargo, la pregunta que queda abierta es si esta estrategia será suficiente para lograr un crecimiento sostenido y equitativo, o si el país se mantendrá en la encrucijada entre expectativas y limitaciones.

En definitiva, la historia económica de Jara no es solo una cuestión de números, sino un reflejo de las complejas interacciones entre política, sociedad y economía en Chile. Como espectadores, queda observar cómo se desarrollará este enfrentamiento en la arena pública, con sus inevitables triunfos y derrotas, y qué lecciones dejará para el futuro del país.