
En el escenario global de finales de julio de 2025, el dólar estadounidense y el cobre protagonizaron un enfrentamiento que aún reverbera en los mercados y en la economía chilena. El dólar perdió sus máximos recientes, ajustándose tras la conferencia de prensa del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, quien descartó recortes de tasas en el corto plazo. Al mismo tiempo, el cobre sufrió una caída significativa, con precios que se desplomaron más de un 20% en la Bolsa de Metales de Londres y el Comex. Este choque no es solo una cuestión de números, sino un reflejo de tensiones profundas entre política monetaria y comercio internacional, con consecuencias palpables para Chile, principal productor mundial del metal rojo.
El 31 de julio, Powell dejó claro que la Reserva Federal no contempla una relajación monetaria inmediata, a pesar de expectativas previas en el mercado. “El dólar global amplió su tendencia alcista después de que la Fed no insinuara un recorte de tasas en septiembre”, explicó Matt Simpson, analista de City Index. Esta postura, reforzada por datos económicos estadounidenses que mostraron un aumento en el consumo y la inflación subyacente, mantuvo al dólar cerca de máximos de dos meses, con un impacto directo en la paridad dólar-peso chileno.
Desde la perspectiva política, esta decisión refleja un compromiso firme con el control de la inflación, pero también genera tensiones para economías emergentes como la chilena, que ven encarecerse su deuda y presión sobre sus monedas locales. Para sectores exportadores, un dólar fuerte puede ser una espada de doble filo: mejora la competitividad de sus productos, pero encarece los insumos y encierra riesgos financieros.
Mientras la Fed enviaba señales restrictivas, la Casa Blanca anunciaba un nuevo arancel al cobre que, aunque excluye productos refinados, sacudió los precios del metal en los mercados internacionales. El cobre cayó a US$4,37 la libra, su nivel más bajo en meses, generando alarma en la industria chilena. Warren Patterson y Ewa Manthey de ING advirtieron que “existe el riesgo de aranceles universales escalonados en el futuro, con tasas del 15% en 2027 y 30% en 2028 sobre el cobre refinado”.
Desde el punto de vista regional, esta medida afecta directamente a Chile, cuya economía depende en gran medida de la exportación de cobre. Los productores enfrentan ahora un escenario complejo: precios deprimidos, incertidumbre regulatoria y la necesidad de adaptarse a un mercado global cada vez más volátil. Para los trabajadores y comunidades mineras, este panorama genera preocupación por el empleo y la inversión futura.
El sector empresarial chileno observa con cautela. Algunos actores ven en la exclusión de productos refinados una oportunidad para reorientar la producción y buscar nuevos mercados. Sin embargo, sindicatos y expertos en economía advierten que la guerra comercial entre Estados Unidos y China, sumada a estas medidas arancelarias, podría profundizar la desaceleración económica.
Por otro lado, analistas financieros internacionales recalcan que la fortaleza del dólar y la política monetaria restrictiva de la Fed son indicios de un ajuste global que puede prolongarse, afectando no solo a Chile sino a toda América Latina.
El episodio del dólar y el cobre a finales de julio de 2025 confirma la interconexión entre decisiones de política monetaria en Estados Unidos y la dinámica del comercio internacional. Chile, como país exportador clave, se encuentra en el centro de esta tormenta, enfrentando retos en su modelo económico y en la estabilidad social vinculada al sector minero.
Este choque puso en evidencia que la economía global no es un sistema aislado ni predecible, sino un entramado complejo donde cada movimiento tiene repercusiones múltiples y a veces contradictorias. La necesidad de diversificar la economía chilena, fortalecer la política fiscal y mejorar la resiliencia ante shocks externos se vuelve más urgente.
En definitiva, este episodio dejó claro que las fuerzas que moldean los mercados son también fuerzas que moldean vidas, comunidades y decisiones políticas. La historia del dólar y el cobre en 2025 es, en última instancia, la historia de un país que debe navegar entre gigantes y encontrar su propio rumbo.