Microsoft ha alcanzado un hito histórico al superar los US$ 4 billones en capitalización bursátil, impulsado por su creciente participación en OpenAI y un acuerdo tecnológico multimillonario con Emiratos Árabes Unidos (EAU). Sin embargo, este ascenso meteórico no solo despierta admiración, sino también una compleja red de cuestionamientos éticos y geopolíticos que desafían la narrativa del progreso tecnológico.
Desde su primera inversión de US$ 1.000 millones en OpenAI en 2019, Microsoft ha escalado posiciones hasta controlar cerca del 27% de la empresa creadora de ChatGPT, valorada en aproximadamente US$ 135 mil millones tras una profunda reestructuración corporativa que la transformó en una entidad con fines de lucro bajo la tutela de una fundación sin fines de lucro. Este movimiento, anunciado oficialmente en octubre de 2025, ha catapultado la valoración bursátil de Microsoft, situándola junto a gigantes como Apple y Nvidia en la cúspide del mercado tecnológico global.
"El cierre de nuestra recapitalización nos da la capacidad de seguir empujando los límites de la IA y garantizar que el progreso beneficie a todos", señaló Bret Taylor, presidente de OpenAI, enfatizando la ambición de la empresa por liderar la vanguardia de la inteligencia artificial.
En paralelo, Microsoft anunció el envío de más de 60,000 chips avanzados de Nvidia a Emiratos Árabes Unidos, en un acuerdo aprobado por el gobierno estadounidense que busca posicionar a Abu Dhabi como un centro regional de inteligencia artificial. Esta inversión forma parte de un plan de US$ 15,200 millones para desarrollar infraestructuras tecnológicas en la región del Golfo.
No obstante, esta alianza tecnológica se enmarca en un contexto delicado. Emiratos Árabes Unidos enfrenta acusaciones internacionales por su presunta complicidad en el conflicto de Sudán, donde habría brindado apoyo militar y financiero a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), un grupo paramilitar acusado de crímenes atroces y desplazamientos masivos desde 2023. La Corte Internacional de Justicia desestimó en mayo de 2025 la demanda por genocidio presentada por Sudán contra Emiratos, pero el debate ético persiste.
"Es una paradoja inquietante: mientras Microsoft impulsa la innovación en IA, sus chips podrían estar financiando, indirectamente, un conflicto devastador", advierte Mariana Soto, experta en derechos humanos y tecnología.
Desde el gobierno estadounidense, la prudencia ha predominado. La administración Biden expresó preocupación en 2024, pero evitó críticas públicas para no dañar la relación estratégica con Emiratos, clave en asuntos regionales como Irán e Israel. Por su parte, Donald Trump, sucesor en la Casa Blanca, elogió a Abu Dhabi como un socio fundamental, incluso tras aprobar licencias para el envío masivo de chips.
En el plano empresarial, Brad Smith, presidente de Microsoft, defendió el acuerdo como un motor para el crecimiento económico e innovación en la región del Golfo, enfatizando las estrictas normas de ciberseguridad y control de exportaciones.
Sin embargo, organizaciones de derechos humanos y analistas internacionales señalan que esta cooperación tecnológica puede normalizar y financiar regímenes con historial cuestionable, planteando un dilema sobre la responsabilidad social corporativa y la ética en la globalización tecnológica.
El ascenso de Microsoft a un valor bursátil superior a los US$ 4 billones es, sin duda, un reflejo del poder transformador de la inteligencia artificial y las alianzas estratégicas globales. Pero detrás de esta cifra monumental se despliega una trama compleja donde el progreso tecnológico convive con tensiones geopolíticas, dilemas éticos y desafíos en materia de derechos humanos.
La historia reciente nos recuerda que la innovación sin una mirada crítica y responsable puede derivar en consecuencias inesperadas y dolorosas para terceros. En este escenario, la pregunta que queda en el aire es si las grandes corporaciones y gobiernos están dispuestos a asumir un compromiso genuino con la transparencia y la ética, o si el brillo del mercado ocultará por ahora las sombras de la complicidad.
Fuentes: WIRED Italia, Diario Financiero, La Tercera, informes de Naciones Unidas y organizaciones de derechos humanos.