La precaución en Chile: un hilo conductor entre marejadas, tsunamis y seguridad ciudadana

La precaución en Chile: un hilo conductor entre marejadas, tsunamis y seguridad ciudadana
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-21
Fuentes
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- Marejadas anormales y eventos costeros que han golpeado el litoral chileno con consecuencias humanas y materiales.

- Alertas y desescalamientos en Magallanes tras sismos que mantuvieron en vilo a la población.

- Llamados oficiales a la prudencia como respuesta constante ante riesgos naturales y sociales.

Chile ha vivido en los últimos meses una serie de episodios que han puesto a prueba la capacidad de sus autoridades y ciudadanos para enfrentar el riesgo, siempre bajo el imperativo de la precaución. Desde las costas hasta la cordillera, la palabra ‘precaución’ ha sido repetida como un mantra, a veces con éxito, otras veces con consecuencias trágicas.

El último gran aviso se produjo en noviembre de 2024, cuando el Servicio Meteorológico de la Armada (SERVIMET) emitió un aviso especial por marejadas anormales que afectarían desde el Golfo de Penas hasta Arica, incluyendo el Archipiélago Juan Fernández. Este fenómeno, causado por un sistema frontal que avanzaba desde el sur, generó olas de gran intensidad que coincidieron con pleamares, aumentando el riesgo para las comunidades costeras.

Las marejadas no solo provocaron daños materiales: un hombre perdió la vida en Iquique tras exponerse a aguas no aptas para el baño, pese a las advertencias oficiales. En Viña del Mar, la imprudencia llevó a la detención de un individuo que ingresó al mar en estado de ebriedad, mientras que en el borde costero de Algarrobo se desprendió parte del paseo peatonal debido al embate del mar.

“El 70% de los accidentes marítimos ocurren en playas no aptas para el baño, y el consumo de alcohol es un factor recurrente en estas tragedias”, advirtió el capitán Domingo Hormazábal, gobernador marítimo de Valparaíso, durante el lanzamiento oficial de la temporada de playas 2024-2025.

Este llamado a la responsabilidad se repite, como un eco, en distintas latitudes y contextos. En mayo de 2025, un sismo de magnitud 7,5 en Puerto Williams activó una alerta de tsunami que mantuvo en estado de máxima vigilancia a la Región de Magallanes. Aunque la alerta se levantó pocas horas después tras confirmar que el fenómeno era un “tsunami instrumental” sin riesgo real para la población, el Estado de Precaución se mantuvo vigente en las zonas costeras.

“Es fundamental seguir al pie de la letra las instrucciones de las autoridades y mantener la información actualizada”, enfatizó el ministro del Interior Álvaro Elizalde, destacando que las medidas preventivas se basan en criterios técnicos y que la colaboración ciudadana es clave para evitar tragedias.

En contraste, la experiencia reciente con el tren de olas generado por el terremoto en Kamchatka mostró que Chile tiene un sistema de alerta y evacuación que, aunque no perfecto, ha avanzado considerablemente. Expertos valoraron la reacción nacional, que permitió evacuar a tiempo y evitar daños mayores, pese a que el impacto final fue menor al pronosticado.

Sin embargo, la lección más dura viene de la historia reciente: las marejadas anormales de diciembre de 2024 dejaron un saldo de al menos una persona muerta y múltiples daños en infraestructura turística y pública. La combinación de ignorancia, imprudencia y falta de información clara se tradujo en tragedias evitables.

“No es momento para el andinismo ni trekking en la cordillera cuando hay sistemas frontales activos. La prevención es la mejor herramienta que tenemos”, alertó Miguel Muñoz, director metropolitano de Senapred, en el contexto de intensas lluvias y nevadas que afectaron la Región Metropolitana a mediados de 2025.

Estos episodios, aunque diversos, comparten un hilo común: la precaución como condición necesaria para la seguridad colectiva. Las autoridades insisten en que la información científica, la coordinación interinstitucional y la disciplina ciudadana son las bases para enfrentar los riesgos naturales y sociales que aquejan a Chile.

No obstante, la realidad revela una tensión permanente entre la necesidad de vivir y disfrutar el territorio y la obligación de respetar los límites que imponen la naturaleza y la seguridad pública. La tragedia ajena, desde la playa hasta la cordillera, se convierte en un espejo que invita a la reflexión y a la acción responsable.

En definitiva, la precaución no es solo un llamado oficial, sino una práctica cotidiana que puede salvar vidas y evitar daños irreparables. Chile, con su extensa costa y su geografía compleja, sigue aprendiendo que el riesgo es parte del paisaje, pero la prevención es una elección humana.