
En un giro que ha tensado las relaciones entre dos de las mayores democracias del mundo, Estados Unidos impuso el 1 de agosto de 2025 un arancel del 25% a las importaciones provenientes de India, acompañado de sanciones dirigidas a frenar las compras indias de petróleo y armamento ruso. Esta medida, anunciada meses atrás y materializada tras múltiples rondas de negociaciones fallidas, ha puesto en jaque una relación estratégica que Washington había cultivado para contrarrestar la influencia china en Asia.
Desde la perspectiva estadounidense, el déficit comercial con India, que alcanzó US$ 45.700 millones en 2024, y los altos aranceles indios, que promedian casi un 39% en productos agrícolas, justifican una respuesta firme. "Si bien India es nuestro amigo, sus barreras comerciales son de las más altas y odiosas del mundo", afirmó el entonces presidente Donald Trump en su plataforma Truth Social, enfatizando además la preocupación por la dependencia india del petróleo y armamento ruso en medio del conflicto en Ucrania.
Por su parte, India ha defendido su política proteccionista como un escudo necesario para la subsistencia de millones de agricultores y sectores sensibles, rechazando la apertura indiscriminada a productos extranjeros como trigo, maíz, arroz y soja transgénica. La resistencia a flexibilizar estas barreras ha sido un punto clave que ha frustrado las negociaciones con Washington.
Desde Nueva Delhi, el Ministerio de Comercio ha mantenido un perfil bajo, evitando declaraciones públicas inmediatas, mientras expertos locales advierten que "imponer aranceles más altos a India es un reto para EE.UU. dada la naturaleza de sus exportaciones y su peso en el mercado global", según Ranen Banerjee de PwC India.
En Estados Unidos, analistas señalan que la medida forma parte de una estrategia más amplia, conocida como "Día de la Liberación", que busca reestructurar las relaciones comerciales para exigir reciprocidad y proteger industrias nacionales en un contexto global cada vez más fragmentado.
Las exportaciones indias afectadas, valoradas en US$ 87 mil millones en 2024, incluyen sectores intensivos en mano de obra como prendas de vestir, farmacéuticos, gemas y petroquímicos, con un impacto directo en millones de trabajadores y empresas. A nivel geopolítico, la decisión estadounidense podría erosionar la alianza estratégica con India, debilitando un contrapeso clave frente a China y alterando los equilibrios en Asia y más allá.
Este episodio revela la complejidad de las relaciones internacionales contemporáneas, donde intereses económicos, estratégicos y éticos se entrelazan y confrontan. La imposición de aranceles y sanciones no solo refleja un choque comercial, sino también una disputa sobre valores y alineamientos globales en un mundo marcado por la competencia entre grandes potencias.
Mientras India defiende su soberanía económica y estratégica, Estados Unidos busca recalibrar sus alianzas y proteger sus intereses nacionales, dejando a ambos países en un escenario de incertidumbre que invita a una reflexión profunda sobre el futuro del comercio global y la diplomacia en el siglo XXI.
Fuentes consultadas: Reuters, Diario Financiero, análisis de PwC India, declaraciones oficiales de la Casa Blanca y el Ministerio de Comercio de India.