Argentina privatiza el agua y estrecha vínculos con EE.UU.: ¿un retorno a los noventa o un nuevo rumbo?

Argentina privatiza el agua y estrecha vínculos con EE.UU.: ¿un retorno a los noventa o un nuevo rumbo?
Internacional
América Latina
2025-11-21
Fuentes
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- Privatización del 90% del agua potable en Buenos Aires tras casi dos décadas de gestión estatal.

- Reactivación de una alianza estratégica con Estados Unidos, con un acuerdo para facilitar visas.

- Debate entre modelos públicos y privados en el manejo de recursos esenciales, con consecuencias sociales y políticas evidentes.

Argentina ha iniciado un proceso que marca un giro profundo en la gestión de uno de sus recursos más vitales: el agua potable. El 29 de julio de 2025, el gobierno de Javier Milei anunció la privatización del 90% de Aguas y Saneamientos Argentinos S.A. (AySA), la empresa estatal que abastece de agua potable al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Este movimiento no solo reaviva un ciclo histórico de privatización y renacionalización que comenzó en los años noventa, sino que también se inscribe en un contexto geopolítico donde Argentina estrecha lazos con Estados Unidos, buscando replicar la llamada "relación carnal" de esa década.

### Un ciclo completo y sus heridas abiertas
AySA fue privatizada en los noventa durante la administración de Carlos Menem, concesionada a la francesa Aguas Argentinas S.A., para luego ser renacionalizada en 2006 bajo el gobierno de Néstor Kirchner. Esta dualidad ha dejado huellas profundas en la percepción pública y en la estructura del servicio. La privatización reciente se realiza mediante un esquema mixto que combina licitaciones públicas nacionales e internacionales, conservando un 10% de las acciones para los trabajadores.

Desde la óptica del gobierno de Milei, este paso es parte de un plan mayor para reactivar la economía y atraer inversión extranjera. Sin embargo, la medida ha generado reacciones encontradas.

### Voces en pugna: ¿libertad económica o riesgo social?
Desde la derecha liberal, se argumenta que la privatización es un paso necesario para mejorar la eficiencia y la calidad del servicio. Miguel Solanes, experto de la CEPAL, señala que "no existen datos empíricos inequívocos que avalen de antemano la opción pública o privada; el éxito depende del marco regulatorio y su aplicación efectiva". Para este sector, la clave está en la supervisión rigurosa y la transparencia.

En contraste, sectores sociales y políticos de izquierda advierten sobre los riesgos de encarecimiento y exclusión. Organizaciones de consumidores han denunciado que desde la llegada de Milei, las tarifas se han multiplicado casi por cuatro, superando ampliamente la inflación, lo que afecta a los sectores más vulnerables. Además, la reducción del personal en AySA en un 20% ha sido vista como un debilitamiento del servicio y una amenaza al empleo.

### El juego geopolítico detrás del agua
La privatización del agua no puede entenderse aisladamente. Simultáneamente, Argentina firmó un acuerdo con Estados Unidos para iniciar el proceso de inclusión en el Programa de Exención de Visa (VWP), un paso que implica altos estándares de seguridad y una alineación política estrecha. La visita de Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., y las declaraciones oficiales subrayan un compromiso renovado con Washington, que va más allá del comercio y la diplomacia.

Este contexto geopolítico es clave para comprender las decisiones económicas y sociales del gobierno argentino, que busca reposicionarse en el tablero global con un alineamiento claro hacia EE.UU. y sus aliados.

### Constataciones y consecuencias
La historia reciente de AySA revela que ni la propiedad estatal ni la privada garantizan por sí solas un servicio eficiente, accesible y de calidad. El superávit operativo registrado en 2024 se explica en buena parte por aumentos tarifarios y congelamiento de inversiones, una combinación que puede ser insostenible a mediano plazo.

El desafío para Argentina es cómo regular y supervisar este nuevo modelo para evitar que la privatización se traduzca en exclusión y deterioro del servicio. Además, el fortalecimiento de los vínculos con Estados Unidos plantea interrogantes sobre la autonomía estratégica del país y el impacto en su política interna.

Este episodio ofrece una lección para América Latina: la gestión de recursos esenciales no es una cuestión ideológica cerrada, sino un terreno donde la calidad institucional, la regulación y la vigilancia ciudadana son las verdaderas variables de éxito o fracaso. La tragedia o el triunfo dependerán de cómo se enfrenten estos desafíos en los próximos años.