
En un episodio que ha trascendido más allá del ruido inmediato de la contienda electoral, Evelyn Matthei denunció a fines de julio de 2025 una campaña de descrédito orquestada desde el Partido Republicano. El blanco: su salud mental, mediante la difusión de videos manipulados que sugieren que padece Alzheimer. Esta acusación no solo desató una polémica puntual, sino que abrió la caja de Pandora sobre las nuevas formas de confrontación política en Chile y las consecuencias de la desinformación digital.
Desde entonces, el escenario ha estado marcado por un juego de tensiones y contradicciones. Por un lado, Matthei ha manifestado su intención de acudir a la justicia para esclarecer responsabilidades, aunque expertos legales advierten sobre la complejidad de perseguir judicialmente a actores que operan en el entramado difuso de redes sociales y cibermilicias digitales. 'Identificar a quienes manipulan bots y difunden contenido falso es un desafío técnico y jurídico sin precedentes', explica un especialista en derecho digital.
Por otro lado, la reacción dentro de Chile Vamos no ha sido uniforme. Figuras emblemáticas del sector han relativizado la denuncia, priorizando la unidad electoral frente a la segunda vuelta presidencial y comprometiendo su apoyo a José Antonio Kast, líder del Partido Republicano. Esta división interna revela una tensión latente entre la defensa de la integridad política y la pragmática búsqueda del poder.
La senadora Carmen Gloria Aravena, ex militante del Partido Republicano, ha corroborado públicamente la existencia de maniobras corrosivas dentro de su ex partido, reforzando la gravedad de la denuncia de Matthei. 'No se trata solo de una pelea personal, sino de una estrategia que erosiona el debate democrático', advierte.
Este caso pone en evidencia una paradoja profunda: mientras la sociedad chilena sufre una creciente desconfianza hacia las instituciones políticas desde la década pasada, esta misma desconfianza coexiste con una credulidad alarmante frente a informaciones no verificadas, especialmente las que circulan en redes sociales. La frase 'Lo vi en redes sociales' se ha transformado en un argumento habitual para validar rumores, evidenciando una fragmentación intelectual entre pensamiento crítico y racionalidad.
Los expertos coinciden en que esta dualidad intelectual facilita que actores políticos utilicen tácticas de desinformación para sacar ventaja, profundizando la polarización y debilitando el tejido democrático. La dificultad para establecer responsabilidades legales no exime a quienes recurren a estas prácticas de un reproche moral y político.
En definitiva, la campaña de descrédito contra Evelyn Matthei no solo marca un punto de inflexión en la dinámica política chilena, sino que también invita a una reflexión más amplia sobre el papel de la ciudadanía en la verificación de la información y la necesidad urgente de fortalecer mecanismos de educación mediática y ética digital.
Como consecuencia visible, este episodio ha intensificado la fragmentación dentro de la derecha política, ha puesto en alerta a las instituciones sobre la vulnerabilidad del sistema democrático frente a la ciberguerra política y ha dejado en evidencia la urgente necesidad de un debate público más informado y menos susceptible a la manipulación.
Este fenómeno, lejos de ser excepcional, es un síntoma de la transformación del discurso político en la era digital, donde la batalla no solo se libra en las urnas, sino en la percepción y la memoria colectiva.
Fuente: Análisis basado en la denuncia pública de Evelyn Matthei (La Tercera, 2025-07-29), declaraciones de Carmen Gloria Aravena y estudios sobre desinformación digital en Chile.