
En un giro inesperado para las previsiones económicas globales de 2025, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha elevado sus expectativas de crecimiento mundial al 3,0%, una cifra que supera en 0,2 puntos porcentuales la proyección realizada en abril de este año. Este ajuste, sin embargo, no llega exento de preocupaciones que amenazan con ensombrecer el panorama económico, principalmente vinculadas a la política arancelaria de Estados Unidos y las tensiones geopolíticas persistentes.
El informe del FMI, publicado el 29 de julio de 2025, señala que la mejora en las perspectivas se debe en parte al adelanto de importaciones en Estados Unidos antes de la entrada en vigor de nuevas tasas arancelarias el 1 de agosto, así como a condiciones financieras más favorables y medidas fiscales expansivas en ciertas jurisdicciones.
Desde la perspectiva regional, América Latina y el Caribe experimentan un crecimiento esperado del 2,2% para 2025, un alza respecto al 2,0% proyectado previamente, aunque inferior al 2,4% registrado en 2024. Chile, incluido en este conjunto, se encuentra en medio de un escenario de incertidumbre que refleja tanto las oportunidades como las vulnerabilidades del bloque.
Para Chile, el crecimiento está atado a la evolución de sus principales socios comerciales, especialmente China, cuya proyección de crecimiento fue revisada al alza de 4,0% a 4,8% para 2025, y se espera que mantenga un ritmo superior al 4% en 2026.
Sin embargo, la noticia no es unánime en su recepción. Desde el sector político, las reacciones se dividen. Por un lado, sectores gubernamentales destacan que la mejora en las proyecciones confirma la efectividad de las políticas macroeconómicas implementadas y la resiliencia del país frente a choques externos. Por otro, la oposición advierte que la dependencia de factores externos y la fragilidad de la economía regional exponen a Chile a riesgos que no se están abordando con suficiente profundidad, especialmente en materia de diversificación productiva y reducción de vulnerabilidades ante políticas proteccionistas.
"Es un llamado de atención para no confiarse y fortalecer las bases internas de nuestra economía", afirmó una diputada opositora consultada por La Tercera.
En el mundo empresarial y académico, la lectura es igualmente matizada. Algunos analistas valoran el aumento en las expectativas como una señal positiva para la inversión y el empleo, mientras que otros advierten que la persistencia de incertidumbres comerciales, como la posible ampliación de aranceles y la volatilidad en los mercados financieros, podrían limitar el impacto real de este crecimiento.
El FMI alerta que la incertidumbre sobre la aplicación definitiva de aranceles por parte de EE.UU. y las tensiones geopolíticas podrían afectar las cadenas globales de suministro y provocar aumentos en los precios de materias primas, elementos clave para la economía chilena.
Desde la sociedad civil, las voces se centran en la necesidad de políticas públicas que mitiguen los efectos negativos de estas tensiones globales sobre los sectores más vulnerables, especialmente en un contexto donde la inflación global, aunque en descenso, sigue siendo un desafío para el poder adquisitivo.
"El crecimiento económico no puede ser un dato frío si no se traduce en mejoras reales para las familias", señaló un representante de una ONG social.
En definitiva, la revisión al alza del FMI para el crecimiento global y regional es un dato alentador que no debe llevar a la complacencia. La economía chilena, inserta en un entramado complejo de relaciones internacionales y dinámicas globales, enfrenta un escenario de oportunidades y riesgos que exige una lectura crítica y una respuesta estratégica integral.
Las verdades que emergen con claridad son que el crecimiento proyectado dependerá en gran medida de factores externos, en particular de la política comercial de Estados Unidos y la evolución económica de China, y que las tensiones geopolíticas y comerciales mantienen un nivel de incertidumbre que podría limitar la consolidación de estas expectativas.
El desafío para Chile es, por tanto, fortalecer su resiliencia interna, diversificar su matriz productiva y construir políticas públicas que permitan que un eventual crecimiento favorable se traduzca en desarrollo sostenible y equitativo para su población.
2025-11-12
2025-11-12