
En un escenario político que parecía consolidado, la derecha chilena enfrenta una nueva fractura que ha madurado en los últimos meses y que hoy se presenta con consecuencias palpables para la próxima elección presidencial. La tensión entre Evópoli y el Partido Republicano, lejos de ser un episodio pasajero, refleja un choque profundo de visiones y estilos políticos que está reconfigurando el mapa del sector.
A fines de julio de 2025, el timonel de Evópoli, Juan Manuel Santa Cruz, deslizó públicamente la posibilidad de apoyar a José Antonio Kast en una eventual segunda vuelta presidencial si Evelyn Matthei no logra pasar el corte. Esta declaración no solo sorprendió a la opinión pública, sino que evidenció una línea divisoria clara dentro de la derecha: mientras Evópoli apuesta por el diálogo y la búsqueda de acuerdos amplios, el Partido Republicano mantiene una postura más intransigente y confrontacional.
Desde la óptica de Evópoli, "el Partido Republicano no está disponible para acuerdos que permitan avanzar al país", una crítica que no solo apunta a diferencias programáticas, sino también a estilos y modos de hacer política. Santa Cruz enfatizó que su colectividad se define como un proyecto político distinto, que busca construir puentes incluso con sectores ideológicamente distantes para lograr reformas de largo plazo, como la reforma de pensiones que se aprobó a comienzos de año.
Por su parte, el Partido Republicano ha mantenido un discurso firme, apostando a consolidar su base y a diferenciarse claramente de Chile Vamos, lo que ha generado un clima de competencia interna y tensiones que se reflejan en la campaña electoral. La candidatura de Kast, que representa a esta nueva derecha más dura, ha capitalizado el descontento de ciertos segmentos, pero también ha generado rechazo en otros, incluyendo a figuras como Matthei, que ha denunciado campañas en su contra y se mantiene distante del apoyo republicano.
Este pulso se traduce en un escenario electoral fragmentado, donde la derecha enfrenta el desafío de unirse para competir eficazmente contra la izquierda y el oficialismo, pero sin ceder en sus diferencias fundamentales. La posibilidad de una segunda vuelta sin Matthei abre un espacio para que Evópoli, pragmáticamente, se incline por Kast como la alternativa menos indeseada frente a una candidata del Partido Comunista, según sus propios dichos.
Las voces ciudadanas y analistas políticos han señalado que este conflicto no solo es una disputa electoral, sino un reflejo de la crisis de identidad y estrategia que atraviesa la derecha chilena. Mientras algunos sectores demandan unidad y pragmatismo para evitar la dispersión del voto, otros defienden la autenticidad y la coherencia ideológica como valores irrenunciables.
En conclusión, este episodio confirma que la derecha chilena se encuentra en un momento de redefinición, donde las tensiones internas y las decisiones tácticas condicionarán su futuro político. El distanciamiento entre Evópoli y Republicanos, lejos de ser un simple desencuentro, representa una disputa por el alma y la dirección del sector. El desenlace de esta pugna tendrá consecuencias no solo para las elecciones de 2025, sino para la configuración del sistema político chileno en los años venideros.