
Un choque de principios y alianzas sacude la Democracia Cristiana (DC) chilena desde mediados de 2025, cuando la Internacional Demócrata de Centro (IDC), organismo global que agrupa a partidos de centro y centro-derecha, emitió una declaración pública de rechazo al apoyo otorgado por la DC a Jeannette Jara, militante del Partido Comunista (PC), como candidata presidencial.El 29 de julio de 2025, la IDC denunció esta decisión como una contradicción profunda con los valores fundacionales de la DC, que históricamente se ha definido como una alternativa frente a los extremos políticos. Este pronunciamiento no solo abrió una brecha con la organización internacional, sino que también desató un debate interno sobre la identidad y los límites políticos del partido chileno.
El origen del conflicto reside en la resolución de la junta nacional de la DC de respaldar a Jeannette Jara en su carrera presidencial, una figura que, por su militancia comunista, representa para la IDC una afrenta a los principios democráticos y humanistas que, según ellos, la DC debe preservar.“No se trata de una mera definición táctica ni de una diferencia programática. Esta resolución representa una contradicción profunda con un proyecto político que alguna vez fue símbolo de transformación con dignidad y libertad”, declaró la IDC desde Bruselas.
Por su parte, el Comité Directivo de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) se sumó a esta postura, señalando que la defensa de regímenes autoritarios en América Latina por parte del PC chileno —y ahora por su candidata— constituye una “trágica traición a la historia de los demócrata cristianos”. La ODCA anunció además que elevará la situación a sus órganos internos para la adopción de medidas institucionales.
Desde el interior de la DC y el espectro político chileno, las reacciones son diversas y revelan tensiones profundas. Algunos sectores, especialmente los más progresistas y partidarios de la unidad de la izquierda, defienden el apoyo a Jara como un acto pragmático y necesario para construir una mayoría amplia capaz de enfrentar a la derecha tradicional. Argumentan que la DC debe adaptarse a los nuevos escenarios políticos sin perder su esencia humanista, entendida como compromiso con la justicia social y la democracia plural.
En contraste, los sectores más conservadores dentro del partido y la centro-derecha nacional ven esta alianza como un abandono de principios, una apertura peligrosa hacia el autoritarismo y un debilitamiento del centro político chileno, que históricamente ha sido un baluarte contra los extremos ideológicos.
La ciudadanía y analistas políticos observan con atención este desencuentro. Para algunos, la controversia refleja la crisis de identidad de la DC en un Chile fragmentado y polarizado, donde la necesidad de alianzas electorales choca con la preservación de valores históricos. Otros interpretan esta disputa como un síntoma de la transformación del sistema político nacional, donde los partidos tradicionales buscan reinventarse o corren el riesgo de desaparecer.
Verdades y consecuencias claras emergen tras meses de debate:
- La Democracia Cristiana enfrenta una encrucijada sobre su identidad y su rol en el nuevo mapa político chileno.
- La ruptura con la Internacional Demócrata de Centro evidencia que las alianzas nacionales pueden tener un costo internacional y afectar la proyección y el apoyo externo.
- La disputa pone en evidencia la dificultad de los partidos tradicionales para mantener coherencia ideológica en contextos de alta polarización y cambios sociales acelerados.
En definitiva, el respaldo de la DC a Jeannette Jara no es solo una decisión electoral, sino un desafío a su historia y a sus valores fundacionales, que mantiene a sus líderes y militantes en una arena de confrontación donde la lealtad, la estrategia y la identidad se disputan con intensidad. El futuro del partido y su influencia en la política chilena dependerán en gran medida de cómo resuelva este quiebre y si logra reconciliar sus tensiones internas sin perder su esencia.
2025-11-05