Una tormenta histórica en el Pacífico
El 7 de noviembre de 2025, la primera ministra japonesa Sanae Takaichi declaró ante el Parlamento de su país que un ataque militar chino a Taiwán podría activar el derecho de "autodefensa colectiva" de Japón, abriendo la puerta a una posible intervención militar nipona. Esta afirmación, que rompe con la tradicional ambigüedad de Tokio sobre la isla, desató una respuesta airada de Pekín, que considera a Taiwán una provincia inalienable y cualquier injerencia extranjera como una grave violación a su soberanía.
Desde entonces, la tensión ha escalado rápidamente: China convocó al embajador japonés, impuso sanciones económicas como la suspensión de importaciones de mariscos japoneses, y desplegó maniobras militares con fuego real en el Mar Amarillo. Por su parte, Japón emitió alertas de seguridad para sus ciudadanos en China y exigió respeto a su postura, sin retractaciones por parte de Takaichi, quien reafirmó la consistencia de su discurso.
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Desde la óptica japonesa, "una eventual agresión china a Taiwán constituiría una amenaza existencial para Japón", dada la proximidad geográfica (menos de 110 km separan Taiwán de la isla japonesa más cercana) y las implicancias para la seguridad regional y las rutas marítimas vitales. Tokio sostiene que la defensa colectiva en alianza con Estados Unidos es una necesidad estratégica ante un escenario que podría desestabilizar el Indo-Pacífico.
En contraste, Pekín interpreta las declaraciones de Takaichi como una "injerencia flagrante en sus asuntos internos" y un resurgimiento del militarismo japonés, recordando heridas históricas no cicatrizadas desde la ocupación japonesa en China y la Segunda Guerra Mundial. La portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Mao Ning, advirtió que "Japón pagará un precio doloroso si se atreve a intervenir", señalando que no merece el estatus de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU si actúa así.
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El conflicto ya ha trascendido las cancillerías y afecta la vida cotidiana y económica:
- Cerca de 500 mil cancelaciones de pasajes a Japón por parte de turistas chinos en pocos días.
- Suspensión de estrenos de películas japonesas en China y aplazamiento de foros académicos conjuntos.
- Advertencias de seguridad para ciudadanos japoneses en China, incluyendo recomendaciones para evitar multitudes y zonas frecuentadas por nipones.
Estos movimientos reflejan un deterioro tangible en las relaciones bilaterales, que hasta hace poco mantenían una compleja pero funcional coexistencia económica y diplomática.
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Este episodio revive una larga historia de desconfianza y resentimiento. La memoria colectiva china aún guarda las cicatrices de la ocupación japonesa durante la primera mitad del siglo XX, y cada gesto de Tokio es escrutado a través de ese prisma. Por su parte, Japón enfrenta la presión de redefinir su rol militar y estratégico en un entorno regional cada vez más volátil, con una primera ministra que impulsa un aumento acelerado del gasto en defensa y una postura más firme contra Pekín.
La llegada de Takaichi, discípula del fallecido Shinzo Abe, representa un giro hacia un Japón más asertivo en seguridad, en sintonía con Estados Unidos, pero que al mismo tiempo recalienta un polvorín diplomático.
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El choque entre Japón y China por Taiwán no es un incidente aislado, sino la manifestación de tensiones acumuladas en un contexto regional de competencia estratégica creciente. Las declaraciones de Takaichi han puesto en evidencia la fragilidad de la estabilidad en el estrecho de Taiwán y han empujado a ambos países a una confrontación abierta, con consecuencias económicas, diplomáticas y militares palpables.
Es claro que:
- La ambigüedad estratégica que durante décadas mantuvo la región está dando paso a posturas más definidas y riesgosas.
- La historia y la memoria juegan un rol fundamental en la escalada, dificultando el diálogo y la reconciliación.
- Las consecuencias inmediatas afectan a la población civil, el comercio y la cultura, con un impacto que podría profundizarse si no se modera el discurso y las acciones.
Para la comunidad internacional y la región, el desafío es enorme: contener una crisis que podría desbordarse y comprometer la paz y la estabilidad en el Indo-Pacífico, en un momento en que las alianzas y rivalidades globales están en plena recomposición.
La escena está montada, los actores han tomado sus posiciones y el público observa expectante, consciente de que lo que está en juego es mucho más que una disputa diplomática: es un pulso por el futuro del orden mundial en Asia.
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Fuentes consultadas: BBC News Mundo, La Tercera, El País, Agencia EFE, Cooperativa.cl, Deutsche Welle, Bloomberg.
2025-11-11