
Un escenario electoral en transformación se ha consolidado en Chile tras el reciente sondeo Plaza Pública Cadem de julio 2025, que muestra a José Antonio Kast y Jeannette Jara como los principales contendores a La Moneda. Kast alcanza un 30% de las preferencias, seguido de Jara con un 27%, mientras la otrora puntera Evelyn Matthei se estanca en un 14%, siendo alcanzada por Franco Parisi con un 11%.
Este fenómeno no es un simple cambio numérico, sino una señal clara de la reconfiguración política que vive el país. Por un lado, Kast representa la continuidad de una derecha conservadora y movilizada, con un electorado que busca estabilidad y una agenda de orden público y economía liberal. Por otro, Jara, candidata de la Democracia Cristiana, encarna una renovación en la centroizquierda, con énfasis en políticas sociales y diálogo, intentando atraer a votantes desencantados con la polarización tradicional.
“Este duelo no solo define quién será presidente, sino el rumbo que tomará Chile en los próximos años”, señala el analista político Rodrigo Aravena, quien destaca que el ascenso de Jara responde a una estrategia exitosa de ampliación del espectro electoral y la capitalización del desgaste de la derecha tradicional.
La fragmentación del voto se observa con claridad en el estancamiento de Matthei y el avance de Parisi, que con un 11% desafía el espacio de la derecha moderada y tecnocrática. En la izquierda, figuras como Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés mantienen un apoyo marginal, lo que evidencia la concentración del electorado en torno a dos polos principales.
El interés electoral alcanza un 65% y la decisión de votar un 88%, cifras que reflejan un electorado activo y consciente de la importancia de estas elecciones, en un contexto de alta volatilidad política y social.
Desde el gobierno, la aprobación del Presidente Gabriel Boric ha experimentado un leve repunte, llegando al 33%, con Jaime Pizarro como ministro mejor evaluado (77%). Sin embargo, esta mejora no ha logrado traducirse en un impulso decisivo para la centroizquierda en la carrera presidencial.
Voces ciudadanas muestran una mezcla de esperanza y preocupación. María López, profesora de Valparaíso, comenta: “Veo en Jara una oportunidad para un cambio real, pero también temo que la polarización nos lleve a más conflictos”. Mientras, Juan Pérez, empresario de Santiago, afirma: “Kast representa seguridad y orden, algo que muchos necesitamos en estos tiempos inciertos”.
Las regiones también juegan un papel clave. El norte minero y el sur agrícola presentan dinámicas distintas, con un electorado que valora tanto la estabilidad económica como la justicia social, lo que obliga a los candidatos a adaptar sus mensajes y estrategias.
En definitiva, el escenario presidencial chileno se configura como un gran coliseo donde se enfrentan no solo dos candidatos, sino dos visiones del país. La competencia entre Kast y Jara pone en tensión las certezas y abre interrogantes sobre la capacidad de Chile para superar la fragmentación y construir consensos duraderos.
La verdad que emerge es que ninguna candidatura tiene garantizado el triunfo ni la gobernabilidad fácil. El resultado dependerá de la habilidad para articular apoyos diversos y responder a las demandas sociales que han marcado la última década.
Este duelo, lejos de ser un simple evento electoral, es un espejo de las complejidades y desafíos que enfrenta Chile en su búsqueda de estabilidad y justicia social, un desafío que convoca a la ciudadanía a mirar más allá de las encuestas y a participar con conocimiento y reflexión en la construcción del futuro nacional.
2025-11-11