
Un fenómeno climático que ha dejado huella. Desde mediados de noviembre, Chile experimenta una ola de calor que ha roto los esquemas tradicionales para esta época del año. Entre el 18 y 23 de noviembre, las temperaturas máximas superaron los 33 °C en al menos cinco regiones, alcanzando picos de hasta 38 °C en zonas como Santiago y el Maule. Este episodio ha sido confirmado por la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) y respaldado por modelos especializados como Meteored, que anticiparon un aumento térmico sostenido provocado por una dorsal cálida en altura.
Un desafío para la salud pública y la gestión local. Las autoridades sanitarias, especialmente en la Región del Maule, han emitido recomendaciones para prevenir emergencias relacionadas con el calor, enfatizando la hidratación, evitar la exposición solar en horas críticas y la atención a grupos vulnerables como niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. El Dr. Roberto Peña Avendaño, jefe de Epidemiología del Servicio de Salud Maule, señaló que “aunque no se declaró una ola de calor oficial, la situación exige preparación para prevenir cuadros de deshidratación y agotamiento”. En la Región Metropolitana, se reportaron temperaturas cercanas a los 35 °C en sectores rurales y periféricos, un hecho poco común para esta estación.
Perspectivas políticas y sociales: entre la adaptación y la crítica. Desde el espectro político, las reacciones han sido diversas. Algunos sectores del gobierno destacan la capacidad de respuesta y la coordinación entre servicios meteorológicos y de salud, mientras que voces de oposición y expertos en cambio climático llaman a una revisión urgente de las políticas públicas para enfrentar episodios climáticos extremos cada vez más frecuentes. Una académica en ciencias ambientales de la Universidad de Chile comentó que “estos eventos son una manifestación clara del calentamiento global y la variabilidad climática creciente, lo que exige una estrategia nacional robusta y transversal”.
En la sociedad civil, los testimonios reflejan una mezcla de preocupación y resignación. Habitantes de zonas afectadas relatan dificultades para sobrellevar el calor, especialmente en viviendas sin sistemas adecuados de ventilación o acceso limitado a agua potable.
Contexto histórico y climático: un patrón en ascenso. Este episodio se inserta en una serie de eventos anómalos registrados en el último año, donde Chile ha alternado entre olas de frío intensas en invierno y picos de calor inusuales en primavera y verano. Estudios recientes indican que el cambio climático ha incrementado la frecuencia y duración de estos fenómenos, sumando días de calor extremo que afectan la salud, la agricultura y el consumo energético.
Conclusiones y perspectivas a futuro. La ola de calor de noviembre de 2025 confirma que Chile no está exento de los impactos del calentamiento global y que la gestión de riesgos debe ser integral, considerando no solo la emergencia inmediata sino también la adaptación a largo plazo. Las temperaturas récord y las alertas tempranas emitidas evidencian la necesidad de fortalecer los sistemas de monitoreo y respuesta. Al mismo tiempo, el debate público y político debe avanzar hacia consensos que permitan implementar políticas ambientales y sociales que reduzcan la vulnerabilidad de la población.
Chile se encuentra en un cruce de caminos donde la tragedia del calor extremo puede ser un llamado a la acción o una advertencia ignorada. La historia reciente muestra que la resiliencia dependerá de la capacidad para anticipar, adaptarse y transformar la relación con un clima cada vez más impredecible.