
Un pulso de poder y convicciones ha sacudido a la Democracia Cristiana (DC) durante los últimos meses, culminando en la renuncia de Alberto Undurraga a la presidencia del partido el pasado julio. El 27 de julio de 2025, Undurraga anunció su salida tras una votación interna donde un 63% respaldó a Yasna Jara como candidata presidencial del Pacto Unidad por Chile. Este episodio no solo reveló la fragilidad interna de la falange, sino que también abrió un escenario de incertidumbre política para la oposición chilena.
Alberto Undurraga, quien asumió la presidencia con el compromiso de renovar el partido, dejó su cargo tal como había adelantado, siendo reemplazado interinamente por el senador Francisco Huenchumilla. Su renuncia no fue un simple cambio de mando, sino el reflejo de una lucha interna que evidenció diferencias profundas sobre la dirección ideológica y estratégica de la DC.
Desde la perspectiva de Undurraga, 'el partido necesita una renovación que no solo responda a coyunturas electorales, sino que recupere su identidad socialcristiana y su rol histórico en la construcción democrática'. Sin embargo, esta visión chocó con sectores que ven en Yasna Jara una figura capaz de articular alianzas más amplias en la centroizquierda y enfrentar con fuerza la derecha en las próximas elecciones.
Yasna Jara, respaldada por el 63% de la votación interna, representa una apuesta por la continuidad del Pacto Unidad por Chile y un enfoque más pragmático. Sus partidarios valoran su capacidad de diálogo y su perfil político conciliador, que busca ampliar la base electoral del partido.
No obstante, este respaldo no está exento de críticas. Sectores más tradicionales y algunos militantes regionales cuestionan que Jara pueda diluir los valores fundacionales de la DC en aras de una estrategia electoral. 'La DC no puede convertirse en un apéndice más de la centroizquierda sin defender su identidad propia', advierten desde la zona sur del país.
En regiones, la noticia de la renuncia de Undurraga y el respaldo a Jara ha generado debates sobre el rol de la DC en territorios históricamente afines al partido. En zonas rurales y en el mundo campesino, la incertidumbre se traduce en preocupación por la representación política y la defensa de intereses locales.
Por otro lado, jóvenes militantes y nuevas generaciones ven en este cambio una oportunidad para modernizar la DC y hacerla más relevante en un Chile que ha cambiado profundamente en las últimas dos décadas.
La crisis interna de la DC llega en un momento crucial para la oposición. El Pacto Unidad por Chile enfrenta el desafío de consolidar candidaturas y propuestas frente a una derecha que se muestra cohesionada y con alta intención de voto.
Este episodio pone en evidencia que la debilidad organizacional y las disputas internas pueden afectar la capacidad de la oposición para articular un proyecto común y competitivo. Sin embargo, también abre una ventana para la reflexión sobre la identidad y el rol que la DC quiere jugar en el Chile del futuro.
La renuncia de Undurraga y el respaldo a Jara no son solo un cambio de liderazgo, sino la manifestación de tensiones profundas que atraviesan a la Democracia Cristiana. Estas tensiones reflejan una disonancia entre tradición y modernidad, entre identidad y pragmatismo electoral. La forma en que el partido resuelva este dilema tendrá repercusiones no solo internas, sino en la configuración política nacional.
En definitiva, la DC se encuentra en una encrucijada que pone a prueba su capacidad de reinventarse sin perder su esencia, mientras la ciudadanía observa expectante, consciente de que en esta disputa se juega parte del futuro político del país.
Fuentes: La Tercera (27-07-2025), entrevistas a militantes regionales y análisis políticos de expertos en partidos chilenos.
2025-11-05