
Un paso al costado en medio del huracán político. Así quedó marcado el 27 de julio de 2025 cuando Alberto Undurraga Vicuña, presidente de la Democracia Cristiana (DC), anunció su renuncia tras la decisión de la Junta Nacional del partido de apoyar en primera vuelta a Jeannette Jara, la candidata presidencial del oficialismo.La Junta Nacional respaldó la candidatura con 167 votos a favor y 97 en contra, un resultado que evidenció las profundas fisuras internas que arrastra la DC, un partido que desde hace años busca redefinir su rumbo en el convulsionado escenario político chileno.
“He planteado que cuando se abandona nuestro electorado, izquierdizando nuestra propuesta, la gente no nos sigue”, declaró Undurraga en su carta de renuncia, donde calificó la decisión como un “error” desde las perspectivas doctrinarias, programáticas y electorales. Su salida no solo destapó la tensión entre las distintas corrientes internas, sino que también puso en el centro el dilema de la identidad política de la DC: ¿seguir alineados con el oficialismo o recuperar un espacio propio?
Desde la visión de los sectores más cercanos a Undurraga, esta renuncia es un acto de coherencia ética y política, una señal clara de que la DC no puede diluirse en la izquierda oficialista sin perder su esencia y base electoral tradicional. Por otro lado, los partidarios del apoyo a Jara argumentan que la unidad con el bloque oficialista es fundamental para enfrentar los desafíos sociales y económicos que atraviesa el país, y que la DC debe modernizarse y adaptarse a los nuevos tiempos.
La decisión se había anticipado en la junta regional de Tarapacá, donde ya se había aprobado el respaldo a Jara y la idea de una lista parlamentaria única con los partidos del oficialismo. Esta estrategia busca fortalecer la coalición de gobierno, pero ha generado críticas que apuntan a una posible pérdida de autonomía y a la subordinación de la DC a agendas externas.
En el plano social, la ciudadanía muestra una mezcla de desconcierto y expectativa. Algunos sectores valoran la renovación y la búsqueda de unidad frente a la fragmentación política, mientras que otros temen que estas maniobras alejen a la DC de sus votantes históricos y la conviertan en una fuerza testimonial.
Este episodio no es un caso aislado, sino que se inscribe en un patrón más amplio de crisis y redefinición que atraviesan los partidos tradicionales en Chile. La DC, con más de siete décadas de historia, enfrenta ahora una prueba de supervivencia que va más allá de su liderazgo inmediato.
Conclusiones: La renuncia de Alberto Undurraga marca un punto de inflexión para la Democracia Cristiana. La decisión de apoyar a Jeannette Jara ha evidenciado las tensiones entre la tradición y la adaptación, entre la autonomía partidaria y la alianza estratégica. La DC deberá ahora navegar entre estas fuerzas contrapuestas para definir su futuro político y su rol en el Chile que se avecina. Mientras tanto, su base electoral y la opinión pública observan atentos, conscientes de que en esta batalla interna se juega mucho más que un cambio de presidencia: se juega la identidad misma de un partido emblemático.
Fuentes: InformadorChile, BioBioChile.