
Un reencuentro esperado
El martes 18 de noviembre de 2025, Cristiano Ronaldo, acompañado de su prometida Georgina Rodríguez, asistió a una cena de gala en la Casa Blanca organizada por el presidente Donald Trump en honor al príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman. Tras más de diez años de ausencia en suelo estadounidense, el astro portugués volvió a pisar este escenario, que se convirtió en el epicentro de una velada donde se entremezclaron el deporte, la política y la geopolítica.
La reunión congregó a más de 120 invitados de alto perfil, entre ellos Elon Musk, Gianni Infantino (presidente de la FIFA), Tim Cook (CEO de Apple) y miembros de la familia real saudita. Sin embargo, fue Ronaldo quien acaparó la atención, no solo por su figura deportiva sino también por su papel como embajador del proyecto futbolístico saudí, el Al-Nassr FC.
Diversas miradas sobre una alianza compleja
Desde la óptica deportiva, la presencia de Ronaldo simboliza la creciente influencia de Arabia Saudita en el fútbol mundial. El delantero, con contrato vigente y un salario que ronda los 244 millones de dólares, se ha transformado en el pilar de una liga que aspira a consolidarse como un actor global. Su llegada ha atraído a otras figuras y ha impulsado la candidatura del país para albergar el Mundial de 2034.
“Mi hijo Barron es fan de Cristiano Ronaldo, y tras conocerlo ahora me respeta un poco más”, afirmó Trump durante su discurso, resaltando la importancia simbólica del encuentro. Esta declaración revela no solo la admiración personal sino también el uso político y mediático de la figura del futbolista.
Desde el ángulo político, la cena refleja la estrecha relación entre Estados Unidos y Arabia Saudita, marcada por una alianza estratégica que incluye la designación de Riad como aliado mayor extra OTAN y la negociación de ventas de armamento avanzado, como los cazas F-35. La Casa Blanca, a través de Trump, ha defendido públicamente al príncipe heredero a pesar de las controversias internacionales, como el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
Trump minimizó las críticas sobre el prínicipe saudita: “No sabía nada al respecto. Son cosas que pasan”, dijo, en referencia al asesinato de Khashoggi, generando un debate sobre la ética y los intereses en la política exterior estadounidense.
Voces ciudadanas y críticas
El encuentro no estuvo exento de polémicas. La alianza con Arabia Saudita y la presencia de Ronaldo han dividido opiniones. Por un lado, hay quienes ven en esta alianza una oportunidad para el desarrollo económico y deportivo, así como un fortalecimiento de las relaciones internacionales. Por otro, se critican las implicancias éticas y los vínculos con regímenes acusados de violaciones a los derechos humanos.
Organizaciones de derechos humanos y sectores críticos del fútbol han cuestionado la normalización de relaciones con figuras como Mohammed bin Salman y la utilización del deporte como herramienta de 'soft power'. En redes sociales, la mezcla de política, deporte y negocios ha generado debates polarizados, reflejando la complejidad de los intereses en juego.
Contexto y consecuencias visibles
Este evento es la culminación visible de un proceso que lleva meses de negociaciones y estrategias multifacéticas. Arabia Saudita busca reposicionarse en el escenario global, diversificando su economía y proyectando poder a través del deporte y la tecnología, con inversiones millonarias y desarrollos en inteligencia artificial.
La designación de Arabia Saudita como aliado mayor extra OTAN, anunciada durante la visita, marca un hito en la relación bilateral, con implicancias para la seguridad regional y global. Al mismo tiempo, la presencia de Ronaldo y su vínculo con el fondo soberano saudí PIF simbolizan la intersección entre el capital, la política y la cultura popular.
Verdades y desafíos
Lo que queda claro es que este encuentro no es solo una cena de gala, sino un escenario donde convergen intereses deportivos, económicos y geopolíticos. La figura de Ronaldo, más allá de su talento en la cancha, se convierte en un instrumento simbólico y estratégico para actores que buscan legitimidad y proyección.
Por otro lado, la defensa pública de Trump hacia figuras controvertidas como Mohammed bin Salman y la minimización de hechos graves como el asesinato de Khashoggi evidencian las tensiones entre valores éticos y pragmatismo político en la política exterior estadounidense.
Finalmente, esta historia invita a reflexionar sobre la complejidad de las alianzas contemporáneas, donde el deporte y la cultura popular se entrelazan con la diplomacia y los negocios, y donde las narrativas oficiales conviven con críticas y cuestionamientos que no pueden ser soslayados.
Fuentes: El País, La Tercera, Cooperativa.cl, The Guardian, AFP.