
La batalla del dólar en la arena global ha sido una de las más observadas en las últimas semanas, y hoy, con la ventaja del tiempo y la perspectiva, podemos desmenuzar con calma qué ha ocurrido y qué se vislumbra en el horizonte. Desde mediados de octubre hasta la tercera semana de noviembre de 2025, el tipo de cambio dólar-peso chileno ha mostrado una notable estabilidad, fluctuando alrededor de los $930 a $957 pesos, en un contexto marcado por una combinación de incertidumbres y esperanzas.
En octubre, el dólar abrió plano mientras los mercados globales lidiaban con el deterioro del crédito en Estados Unidos, especialmente en bancos regionales, y con la guerra comercial aún latente entre EE.UU. y China. El nerviosismo bancario y la expectativa de recortes en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed) marcaron la pauta. Sin embargo, el dólar no se desplomó, sino que se sostuvo, reflejando una confianza cautelosa.
"El mercado prevé que la Reserva Federal bajará las tasas de interés más decididamente para hacerse cargo de los riesgos económicos, lo que resta atractivo a la divisa estadounidense", explicaba un análisis del período, mientras los precios del cobre y otros commodities fluctuaban sin dirección clara.
El foco principal estuvo en la Reserva Federal y sus decisiones. Las minutas y declaraciones de sus miembros mostraron una Fed dividida, con voces como la del gobernador Christopher Waller apoyando recortes moderados, pero con cautela por la falta de datos claros debido al cierre del gobierno federal norteamericano, que llegó a acumular 44 días.
Este cierre retrasó la publicación de reportes clave, como las nóminas no agrícolas de septiembre y los índices de inflación, generando una atmósfera de espera y especulación.
"El apetito de riesgo global sigue en problemas, con la volatilidad global escalando a máximos de seis meses", señalaba Alejandro Cuadrado, estratega de BBVA, reflejando la inquietud que permeaba los mercados.
Paralelamente, las negociaciones entre EE.UU. y China se movieron entre avances y tensiones. Donald Trump presentó una lista de temas clave para resolver, incluyendo comercio de tierras raras y tráfico de fentanilo, con un reconocimiento implícito de que los aranceles elevados no eran sostenibles.
China, por su parte, mostró crecimiento económico algo superior a las expectativas en el tercer trimestre (4,8% anual), aunque con un sector inmobiliario débil y desafíos estructurales.
Estas dinámicas internacionales influyeron en el comportamiento del dólar y las monedas emergentes, incluyendo el peso chileno.
En el escenario local y regional, los analistas y actores políticos mostraron miradas contrapuestas:
- Optimistas: Algunos economistas destacaron la resiliencia del peso y la estabilidad del dólar, señalando que la cautela de la Fed y la posible moderación en la política monetaria podrían evitar shocks mayores.
- Preocupados: Otros alertaron sobre la fragilidad del escenario global, la alta volatilidad en activos tecnológicos y la incertidumbre política interna en Chile, especialmente en el contexto post-electoral.
- Ciudadanos y sectores productivos: Mientras tanto, las pymes y sectores exportadores observaban con atención la evolución del tipo de cambio y los precios internacionales, conscientes de que cualquier movimiento brusco impactaría sus costos y competitividad.
Con la ventaja del tiempo, podemos concluir que:
- La estabilidad relativa del dólar-peso durante este período fue un reflejo de un delicado equilibrio entre factores de riesgo y señales de recuperación.
- El retraso en los datos económicos de EE.UU. generó incertidumbre, pero también permitió que los mercados digirieran mejor la información y evitaran reacciones desmedidas.
- La política monetaria estadounidense continúa siendo el principal motor de movimientos cambiarios, con la Fed en un rol de cuidadora de la estabilidad ante riesgos crecientes.
- Las tensiones comerciales y el desempeño de China siguen siendo variables críticas, con efectos directos en la economía chilena y su moneda.
La danza del dólar y el peso chileno en este escenario complejo es, en definitiva, un espectáculo de múltiples actores y fuerzas contrapuestas, donde la paciencia y el análisis profundo son las mejores armas para entender qué viene y cómo prepararse. En tiempos de volatilidad, la distancia y la reflexión revelan la trama completa, más allá del ruido inmediato.