
En la antesala de la segunda vuelta presidencial del próximo 14 de diciembre, Chile se encuentra atrapado en un escenario político que recuerda a un coliseo romano, donde tres fuerzas de la derecha se enfrentan no solo para dirimir quién será el adversario único de la izquierda, sino también para definir la identidad y estrategia de un bloque que aspira a retomar el poder. El domingo 16 de noviembre, José Antonio Kast, Johannes Kaiser y Evelyn Matthei compitieron en la primera vuelta presidencial, con Kast tomando la delantera pero sin lograr la unidad definitiva.
Por el lado oficialista, Jeannette Jara, militante del Partido Comunista, logró imponerse en la primaria de la izquierda, pero su campaña ha estado marcada por la dificultad para consolidar un comando y un programa de Gobierno que logren aunar las diversas sensibilidades de la centroizquierda y el socialismo democrático.
La derecha chilena exhibe una fragmentación que, sin embargo, no parece poner en riesgo su eventual unidad en segunda vuelta. Kast, el ultra conservador, Kaiser, el libertario radical, y Matthei, representante de la derecha tradicional, han mostrado diferencias en estilo y énfasis, pero convergen en una visión crítica del actual gobierno de Gabriel Boric y en la necesidad de impedir que una candidata comunista alcance La Moneda.
“Las diferencias son sobre todo de énfasis y de estilos, pero no tanto de fondo”, señala un analista político cercano a Chile Vamos. La derecha tradicional, que protagonizó la transición democrática, ha asumido una posición pragmática, incluso cuando sus figuras han tenido que matizar declaraciones polémicas, como las de Matthei sobre el golpe de Estado de 1973.
Sin embargo, la candidatura de Kaiser representa un factor de incertidumbre, ya que su radicalidad genera resistencia en sectores moderados, como Evopoli, que públicamente han manifestado reparos para gobernar con Kast o Kaiser. No obstante, la lógica del poder parece imponerse: la unidad frente a la izquierda es un imperativo que podría superar las diferencias internas.
Mientras la derecha se disputa su liderazgo, Jeannette Jara enfrenta un desafío de otra naturaleza: consolidar un programa de Gobierno que refleje una coalición amplia y diversa, y armar un comando que le otorgue solidez y confianza.
Desde julio de 2025, la candidata ha prometido un "reseteo" de su equipo y un nuevo programa, pero la búsqueda de un jefe programático que represente al Socialismo Democrático ha resultado infructuosa. Figuras como Mario Marcel, Nicolás Eyzaguirre y otros economistas reconocidos han declinado participar, lo que ha generado incertidumbre en el oficialismo.
Esta dificultad no es solo técnica, sino también política. El programa debe equilibrar demandas internas como el salario vital de $750 mil, una visión de crecimiento económico que combine demanda interna y apertura, y posturas divergentes sobre la carga tributaria, especialmente en cuanto a los "súper ricos".
“Hay que ver cuántos cupos en el Parlamento va a pedir el PC a cambio de bajar algunos de los ejes de su programa original”, comenta un experto cercano a las negociaciones.
Además, la campaña de Jara ha debido lidiar con declaraciones controvertidas de figuras del Partido Comunista, como Daniel Jadue, que han tensionado su imagen ante sectores empresariales y electorales más moderados. La candidata ha intentado marcar distancia, pero la sombra de estas declaraciones persiste en el debate público.
El escenario actual no solo refleja una competencia electoral, sino una lucha por definir el rumbo político y económico del país. La derecha, a pesar de sus diferencias, parece cohesionarse en torno a un proyecto común que prioriza la seguridad, el control migratorio y el crecimiento económico con recortes al gasto público.
La izquierda, en cambio, enfrenta el desafío de construir un relato unificado que pueda atraer a los sectores moderados y asegurar la gobernabilidad, sin renunciar a su identidad y compromisos programáticos.
Las encuestas muestran a Jara liderando en primera vuelta, pero con desventaja en el balotaje frente a Kast y Matthei, lo que subraya la necesidad de ampliar su base de apoyo y fortalecer su comando.
Este duelo político chileno es más que una simple contienda electoral: es la manifestación de una sociedad en recomposición, donde las fuerzas políticas tradicionales se enfrentan a nuevas realidades y demandas sociales.
La fragmentación y recomposición de las derechas, junto con la complejidad interna de la izquierda, configuran un escenario donde la unidad política se impone como condición para gobernar, pero no sin tensiones y contradicciones.
En este contexto, la capacidad de los actores políticos para negociar, construir consensos técnicos y políticos, y comunicar una visión clara y creíble será determinante para el futuro inmediato de Chile.
Las próximas semanas serán decisivas para definir no solo quién gobernará, sino qué Chile se construirá después de esta contienda.
2025-11-05