
Chile enfrenta una temporada crucial donde el liderazgo político y social está en el centro del debate nacional. Desde mediados de 2025, la contienda presidencial ha tensionado no solo las alianzas partidarias, sino la propia esencia del liderazgo en el país. En este escenario, las voces de figuras emblemáticas y las demandas ciudadanas se entrecruzan con la incertidumbre sobre el rumbo institucional y la capacidad de articular proyectos de país que respondan a las complejidades actuales.
La reciente salida de Javier Etcheberry del Servicio de Impuestos Internos tras revelaciones sobre el no pago de contribuciones ha reabierto la discusión sobre la exigencia ética que debe acompañar a quienes ocupan cargos de alta responsabilidad. Constanza Ossa, consultora en liderazgo, señala que "no basta con ser, también hay que parecer". Este principio, vigente y demandante, pone en evidencia que la confianza se construye no solo con resultados, sino con coherencia, transparencia y ética cotidiana.
Este episodio, lejos de ser un caso aislado, refleja la creciente demanda ciudadana por liderazgos íntegros y responsables, en un contexto donde la desconfianza institucional sigue siendo un desafío latente.
En el plano político, figuras como Andrés Zaldívar han expresado públicamente sus reparos frente a la candidatura comunista de Jeannette Jara, alertando sobre riesgos de deriva autoritaria y la ruptura del cauce democrático. Zaldívar advierte que "la DC no puede volver a confiar en el compromiso democrático marxista" y cuestiona la ausencia de alternativas claras en la centroizquierda.
Sin embargo, esta crítica viene acompañada de una renuncia a apoyar a candidatos de derecha, y una ambigüedad en la definición de un voto consciente que no se traduce en una propuesta política concreta. Este silencio, que se replica en buena parte de la dirigencia tradicional del centroizquierda, abre un vacío preocupante en la oferta política y en la responsabilidad de construir consensos en momentos de alta polarización.
El liderazgo no es homogéneo ni lineal. En el espectro político, mientras algunos advierten riesgos institucionales y llaman a la reflexión, otros sectores enfatizan la necesidad de un liderazgo con propósito y coherencia, que trascienda la mera gestión y se comprometa con transformaciones profundas.
En el ámbito social y empresarial, se observa una creciente valoración de liderazgos auténticos, capaces de conectar con las demandas ciudadanas y con la complejidad del Chile contemporáneo. La exigencia no solo es de resultados, sino de sentido, ética y capacidad de diálogo.
- El liderazgo chileno está en una encrucijada donde la ética, la coherencia y la responsabilidad pública son condiciones no negociables.
- La polarización política y la ausencia de alternativas claras en la centroizquierda generan incertidumbre y un vacío que puede afectar la estabilidad institucional.
- La ciudadanía demanda liderazgos que no solo sean efectivos en la gestión, sino que también encarnen valores y principios que fortalezcan la confianza y la legitimidad.
- La historia juzgará a los líderes que hoy prefieren el silencio o la ambigüedad en momentos decisivos.
Chile no solo está observando un proceso electoral; está siendo testigo de un desafío profundo sobre qué tipo de liderazgo es capaz de guiar al país en tiempos complejos, con la responsabilidad de no solo administrar, sino de inspirar, cohesionar y proyectar un futuro compartido.
2025-07-25
2025-06-27
2025-11-04