
Chile enfrenta un contraste climático severo que pone a prueba su capacidad de adaptación y resiliencia. Entre el 17 de noviembre y el 26 de julio de este año, cinco regiones desde Coquimbo hasta el Maule sufrieron una ola de calor con temperaturas que superaron los 36°C, mientras que en el sur, especialmente en las regiones de Los Lagos y Aysén, se registraron heladas de moderadas a intensas con mínimas que alcanzaron hasta -12°C. Este choque térmico no sólo impacta el bienestar de la población, sino que también plantea un escenario complejo para la agricultura, la salud pública y la gestión de riesgos en distintas comunidades.
La Dirección Meteorológica de Chile (DMC) emitió una alerta meteorológica para las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins y Maule, anticipando un evento de altas temperaturas extremas el lunes 17 de noviembre. Según el organismo, una dorsal en altura provocó un aumento significativo de las temperaturas, con valores máximos que llegaron a los 36°C en zonas costeras y valles interiores.
“Este tipo de eventos se ha vuelto más frecuente y severo en los últimos años, reflejo del cambio climático global y sus impactos locales”, señaló un experto en climatología consultado por medios nacionales.
Desde la perspectiva social, el calor extremo generó un aumento en las consultas por golpes de calor y deshidratación, especialmente entre niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. Además, la ola térmica tensionó el suministro eléctrico debido al mayor uso de ventiladores y aires acondicionados, evidenciando la vulnerabilidad de la infraestructura ante estos fenómenos.
Solo unos meses antes, el sur de Chile vivió una realidad opuesta. El 26 de julio, la DMC emitió una alerta por heladas moderadas a intensas para las regiones de Los Lagos y Aysén, con temperaturas mínimas que llegaron hasta -12°C. Esta condición fue producto de una masa de alta presión fría que se instaló durante la madrugada y mañana de ese día.
Las bajas temperaturas afectaron principalmente a las zonas rurales y a la producción agrícola, con daños significativos en cultivos sensibles y riesgos para la ganadería. Comunidades mapuche y campesinas denunciaron falta de apoyo estatal para enfrentar las consecuencias, lo que abrió un debate sobre la equidad en la distribución de recursos y la preparación ante eventos climáticos extremos.
El contraste entre el calor y el frío ha generado diversas lecturas políticas y sociales. Por un lado, sectores ambientalistas y científicos insisten en la necesidad de fortalecer las políticas de mitigación y adaptación climática, enfatizando la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y promover sistemas de alerta temprana más eficientes.
“No podemos seguir reaccionando a las crisis, debemos anticiparnos y proteger a las comunidades más vulnerables”, afirmó una representante de una ONG ambiental.
En tanto, autoridades regionales del sur han reclamado mayor inversión en infraestructura para la protección contra heladas y acceso a subsidios para pequeños agricultores, mientras que en las zonas afectadas por el calor, la preocupación se centra en la gestión de recursos hídricos y la salud pública.
Tras analizar ambos eventos, se concluye que Chile se encuentra en un punto crítico donde las variaciones climáticas extremas son ya parte del nuevo normal. La coexistencia de olas de calor y heladas intensas en un mismo año evidencia la complejidad del cambio climático y sus múltiples impactos territoriales.
Este escenario obliga a repensar las políticas públicas, la planificación urbana y rural, y el modelo de desarrollo, para garantizar la seguridad y calidad de vida de la población. La fragmentación territorial y social frente a estos desafíos también pone en evidencia la necesidad de un diálogo inclusivo que integre las voces de todos los actores, desde científicos hasta comunidades locales.
En definitiva, el calor y el frío extremos que han marcado 2025 en Chile no son solo fenómenos meteorológicos aislados, sino señales de un futuro que exige acción colectiva y consciente.