
El terremoto político que sacudió el comando de Jeannette Jara no fue un simple cambio de rostros, sino un replanteamiento profundo en medio de una carrera presidencial que se ha vuelto un coliseo donde cada movimiento se siente como una batalla decisiva. La renuncia forzada de Darío Quiroga, el principal asesor de campaña, el jueves 20 de noviembre de 2025 marcó el inicio de una nueva etapa para la candidata de Unidad por Chile.
Quiroga fue removido tras reflotar declaraciones críticas dirigidas contra Franco Parisi y su hermana Zandra, un episodio que tensó la ya delicada relación con el electorado que Parisi capturó en primera vuelta. La polémica no solo evidenció las grietas internas del comando, sino que también puso en evidencia las presiones y contradicciones que enfrenta Jara en su intento por ampliar su base de apoyo.
Alejandra Sepúlveda, senadora y vocera del comando, afirmó en Radio Duna que "fue una decisión acertada, tomada por la propia candidata, que refleja su estilo de cuidar el trato a las personas". Sepúlveda enfatizó que la salida no fue fácil, pero necesaria para dar paso a una etapa más cohesionada y estratégica.
El impacto de esta decisión no se limita a la figura de Quiroga. El comando anunció la incorporación de cerca de 40 nuevas personas, incluyendo figuras parlamentarias como el senador Ricardo Lagos Weber y la propia Sepúlveda, quienes asumirán roles clave en la coordinación territorial y en la articulación política. La incorporación masiva busca no solo recomponer el equipo, sino también proyectar una imagen de fortaleza y renovación ante la segunda vuelta presidencial programada para el 14 de diciembre.
Este rearme no está exento de tensiones. Por un lado, está la presión por captar el electorado de Franco Parisi, cuya tercera mayoría en primera vuelta se ha convertido en el botín codiciado por ambos candidatos, Jara y Kast. Por otro, la necesidad de mantener la coherencia política y el estilo que Jara ha intentado proyectar: un liderazgo que se distancia de las polémicas y apuesta por la moderación y el respeto en el trato.
Jara misma ha adoptado un tono más frontal en esta etapa, emplazando directamente a José Antonio Kast y denunciando "propuestas clandestinas que ponen en riesgo derechos sociales". Esta postura contrasta con la salida de Quiroga, que fue vista como un intento de limpiar la imagen del comando y evitar desvíos que pudieran perjudicar la campaña.
Desde el espectro político, las miradas se dividen. Sectores de izquierda valoran la decisión como un acto de responsabilidad que fortalece la candidatura progresista, mientras que voces críticas dentro de la misma coalición advierten sobre los riesgos de una excesiva centralización en pocas manos y el posible descontento en algunos sectores por la salida abrupta de un asesor clave.
En regiones, la incorporación de voceros locales y el despliegue anunciado por Jara, que comienza en Rancagua y se extenderá al norte del país, buscan consolidar el trabajo territorial, vital en esta etapa decisiva. Esta estrategia apunta a contrarrestar la fragmentación del voto y a construir una narrativa cercana a las realidades regionales.
Las consecuencias visibles de esta reestructuración aún están en desarrollo, pero apuntan a una campaña más disciplinada y con un comando ampliado, que intenta equilibrar la diversidad interna con la necesidad de unidad frente a un adversario que no da tregua.
En definitiva, la salida de Darío Quiroga y la llegada de 40 nuevos integrantes no solo representan un cambio táctico, sino que reflejan las tensiones y desafíos de una candidatura que busca navegar entre la urgencia electoral y la coherencia política. La historia está en su punto crucial y, para Jara, cada paso en este nuevo comando será observado como una jugada decisiva en el coliseo político chileno.
Fuentes: La Tercera, Radio Duna, Diario Financiero.