
Electronic Arts (EA), uno de los gigantes históricos de la industria de los videojuegos, atraviesa un punto de inflexión que pocos anticiparon con tanta magnitud. El 26 de septiembre de 2025 se confirmó que EA está cerca de cerrar un acuerdo por US$50 mil millones que la sacaría de la bolsa de valores. Esta operación, liderada por Silver Lake Management y el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita, se perfila como una de las mayores compras apalancadas en la historia reciente, con un impacto que reverbera más allá de las cifras.
Desde la perspectiva de los accionistas, la noticia llegó como un alivio tras meses de incertidumbre. “La volatilidad del mercado y el bajo rendimiento de EA Sports FC 25 habían generado dudas sobre la capacidad de la empresa para sostener su crecimiento”, explicó un analista financiero consultado por Bloomberg. El deslistamiento permitiría a la compañía enfocarse en su recuperación sin la presión inmediata de los mercados bursátiles.
Sin embargo, para los trabajadores y desarrolladores, el panorama es más complejo. “La compra puede significar reestructuraciones internas y cambios en la cultura corporativa que aún no se han detallado,” comentó una fuente interna que prefirió mantener el anonimato. La industria de videojuegos, que ha sufrido pérdidas significativas de empleo tras la burbuja generada durante la pandemia, observa con cautela esta nueva etapa.
En términos estratégicos, EA apuesta a recuperar terreno frente a competidores como Microsoft y su franquicia Call of Duty, con el lanzamiento de Battlefield 6 el 10 de octubre, justo en medio de esta transición. La operación coincide con un período de lento crecimiento para el sector, que ha visto una reducción en la contratación y una mayor concentración de capital.
Desde la óptica de los inversionistas internacionales, la entrada del Fondo Saudí y Silver Lake representa una apuesta por el potencial a largo plazo del mercado de videojuegos, pese a los desafíos inmediatos. “Este tipo de adquisiciones suelen buscar reposicionar activos para un crecimiento sostenible, alejándose de la presión trimestral de resultados,” señaló un experto en inversiones alternativas.
Finalmente, esta operación invita a reflexionar sobre un fenómeno mayor: la creciente privatización de compañías tecnológicas emblemáticas y el impacto que ello tiene en la transparencia, la gobernanza y la innovación. Mientras algunos celebran la oportunidad de maniobra que el deslistamiento ofrece, otros advierten sobre los riesgos de concentrar el poder en manos de pocos actores con agendas menos visibles.
En conclusión, la compra de EA por US$50 mil millones no solo marca el cierre de un capítulo bursátil, sino que abre un escenario de incertidumbre y expectativas para una industria en plena transformación. La historia mostrará si esta jugada es un movimiento maestro o un riesgo que podría costar caro a empleados, consumidores y mercados por igual.