
El pasado 21 de julio de 2025, un procedimiento policial en la comuna de Puente Alto terminó con la muerte de un hombre que agredió a Carabineros con un cuchillo, y con una joven conscripto del Ejército herida por un disparo. A más de cuatro meses de los hechos, el episodio sigue generando controversia y reflexiones sobre los límites y desafíos que enfrentan las fuerzas de orden en situaciones de violencia intrafamiliar.
La secuencia comenzó cuando familiares del agresor alertaron a Carabineros sobre una situación de violencia en un domicilio de la población Bajos de Mena. Al llegar, los uniformados encontraron a un hombre adulto con un cuchillo y una actitud hostil, según informó el general Héctor Valdés, jefe de zona Santiago Este. El sujeto intentó huir y fue perseguido por Carabineros y familiares que buscaban calmarlo.
Los oficiales intentaron reducirlo usando gas pimienta y exhortándolo a entregar el arma, sin éxito. Finalmente, ante la amenaza directa, el capitán a cargo efectuó un disparo que impactó en el agresor, quien falleció en el lugar. En el intercambio, una conscripto de 22 años recibió una bala en la cadera y fue trasladada de urgencia al Hospital Sótero del Río, donde fue intervenida quirúrgicamente y logró estabilizarse.
Este operativo ha sido examinado minuciosamente por la Brigada de Homicidios de la PDI, que tras revisar las cámaras corporales y testimonios, no detectó irregularidades en la actuación policial. No obstante, el caso abrió un debate nacional sobre la gestión de la violencia intrafamiliar, la capacitación en el uso de la fuerza y la protección de terceros en operativos de alto riesgo.
Desde sectores de derechos humanos, se ha cuestionado la rapidez en el uso de armas letales, argumentando que existen protocolos alternativos para desescalar conflictos sin recurrir a la muerte. Por otro lado, autoridades policiales y parte de la opinión pública defienden la actuación como una respuesta legítima ante un agresor que puso en peligro la vida de su familia y de los funcionarios.
En el plano local, la población de Bajos de Mena ha expresado sentimientos encontrados: mientras algunos vecinos valoran la rápida intervención policial para proteger a la familia afectada, otros lamentan la pérdida de una vida y la herida a una joven inocente que se encontraba en el lugar.
Este episodio se inscribe en un contexto más amplio donde la violencia intrafamiliar sigue siendo un desafío estructural en Chile, y donde las instituciones enfrentan la tarea de equilibrar la protección de víctimas, el respeto a los derechos humanos y la seguridad pública.
En definitiva, la tragedia de Puente Alto nos muestra un escenario donde no hay respuestas fáciles. La muerte del agresor y la herida de la conscripto son hechos que invitan a repensar las estrategias de intervención policial, la formación en manejo de crisis y la necesidad de políticas públicas integrales que aborden la violencia desde sus raíces, evitando que el coliseo de la violencia familiar se traslade a las calles y termine en tragedia.