La sanidad en Gaza sigue en estado crítico un mes después del alto el fuego: la tregua no ha aliviado el colapso médico

La sanidad en Gaza sigue en estado crítico un mes después del alto el fuego: la tregua no ha aliviado el colapso médico
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-21
Fuentes
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- Escasez persistente de medicamentos y equipos médicos esenciales.

- Hospitales operan a medias o permanecen cerrados tras la guerra.

- Impacto humano devastador: pacientes crónicos y niños en situación crítica.

Un mes después de la entrada en vigor del alto el fuego entre Israel y Hamás el 10 de octubre de 2025, la situación sanitaria en Gaza continúa al borde del colapso. La tregua, que muchos esperaban aliviaría el sufrimiento, no ha logrado revertir la escasez de medicamentos, la destrucción de infraestructuras hospitalarias ni la crisis humanitaria que afecta a la población civil.

Según datos oficiales del Ministerio de Salud de Gaza, solo la mitad de los hospitales funcionan parcialmente y 18 de 36 centros hospitalarios permanecen cerrados o con servicios limitados. La destrucción de equipos clave, como máquinas de resonancia magnética y tomografías computarizadas, ha dejado a los pacientes sin diagnósticos adecuados, mientras que la falta de insumos básicos como jeringuillas y guantes obstaculiza la atención primaria y de emergencia.

La voz de los protagonistas del drama es clara y desgarradora. Mohammed al Zuhairi, un anciano asmático de 78 años, lamenta que ni siquiera su inhalador habitual está disponible, y que el frío del invierno solo agrava su condición. Asmaa al Helu, madre de 13 hijos, describe cómo lava la ropa con agua de mar por la falta de agua potable, y cómo la desnutrición y la falta de atención médica crítica afectan a sus pequeños.

Desde la perspectiva humanitaria, organizaciones como Médicos Sin Fronteras y agencias de Naciones Unidas alertan que entre 10 y 15 personas mueren diariamente en Gaza por la falta de atención médica adecuada. La desnutrición aguda afecta a unos 25.000 niños menores de cinco años, y el 67% de los tratamientos oncológicos están suspendidos o incompletos. El éxodo de profesionales de la salud —con más de 1.700 médicos y enfermeros perdidos o emigrados desde el inicio del conflicto— agrava aún más la crisis.

El bloqueo y las restricciones impuestas por Israel sobre la entrada de ayuda humanitaria y la evacuación de pacientes críticos limitan severamente la capacidad de respuesta. Desde el alto el fuego, solo 165 personas han podido salir para recibir tratamiento fuera de Gaza, una cifra muy inferior a la demanda real. Además, se han rechazado miles de toneladas de suministros médicos coordinados por la ONU, lo que mantiene la precariedad del sistema sanitario.

En el plano político y social, esta realidad ha generado un amplio debate. Por un lado, voces progresistas y de organismos internacionales insisten en la necesidad urgente de un alto el fuego efectivo y la apertura de corredores humanitarios que permitan la reconstrucción y atención médica. Por otro, sectores israelíes argumentan preocupaciones de seguridad que justifican las restricciones, mientras que la dirigencia de Hamás enfrenta críticas internas por la gestión del territorio y la crisis social.

Esta disonancia refleja una tragedia que trasciende la mera falta de medicamentos: es el choque entre la supervivencia humana y las tensiones políticas que perpetúan el sufrimiento. Zaher al Waheedi, director del Centro de Información Sanitaria de Gaza, resume la incertidumbre: “Los políticos no tienen una visión clara, y nosotros no podemos predecir qué pasará”.

En conclusión, la tregua firmada hace un mes ha sido insuficiente para enfrentar el colapso sanitario en Gaza. La evidencia apunta a que sin un compromiso real y sostenido para garantizar la entrada de ayuda, la evacuación de pacientes y la reconstrucción hospitalaria, la población seguirá atrapada en una realidad que, como dice una madre gazatí, “no es vida, esta realidad se parece a la muerte”.

Este balance invita a reflexionar no solo sobre las consecuencias inmediatas del conflicto, sino sobre la responsabilidad colectiva en la búsqueda de soluciones que prioricen la dignidad y la salud de quienes viven bajo el fuego cruzado.