
Un día de espera que terminó en tragedia. El 20 de julio de 2025, al menos 66 palestinos murieron y más de 150 resultaron heridos cuando las fuerzas israelíes abrieron fuego contra una multitud que aguardaba ayuda humanitaria en Beit Lahia, en el norte de Gaza. La escena fue descrita por testigos como un ataque indiscriminado, con disparos de tanques y francotiradores, en medio de una crisis alimentaria que ya había llevado a miles a la desnutrición.
Desde entonces, la historia ha evolucionado bajo la presión de múltiples narrativas y análisis, que hoy permiten entender la complejidad de este episodio y sus consecuencias.
“Los tanques dispararon al azar contra nosotros, y los francotiradores de la ocupación abrieron fuego como si estuvieran cazando animales salvajes en un bosque”, relató Qassem Abou Khater, testigo presencial, en un testimonio recogido por AFP. Para los gazatíes, la masacre es un símbolo de la brutalidad israelí en un territorio asfixiado por el bloqueo y la guerra.
Por su parte, el ejército israelí reconoció haber realizado “tiros de advertencia” contra el grupo, justificando la acción en función de amenazas percibidas, aunque no ha aclarado los criterios que llevaron a la violencia letal. Esta versión ha sido cuestionada por organismos internacionales y expertos en derechos humanos, que denuncian un uso desproporcionado de la fuerza.
La ONU, que considera fiables las cifras proporcionadas por las autoridades sanitarias de Gaza, ha expresado profunda preocupación por la escalada y la crisis humanitaria que se agrava. El control territorial de Hamás, declarado grupo terrorista por la Unión Europea, añade una capa de complejidad a la gestión de la ayuda y la verificación independiente de los hechos.
La masacre en Beit Lahia no es un hecho aislado. Más de 900 personas han muerto en Gaza intentando acceder a alimentos, en un contexto donde la escasez y el bloqueo han llevado a un deterioro alarmante de las condiciones de vida. La saturación de hospitales como Al Shifa y la Clínica Sheikh Radwan refleja la magnitud de la crisis sanitaria.
En la región, la violencia ha reavivado tensiones y reacciones encontradas. Estados vecinos y organismos internacionales llaman a la calma y a la apertura de corredores humanitarios, mientras que grupos políticos y sociales en Israel y Palestina se encierran en posturas rígidas que dificultan cualquier avance hacia la paz.
Este episodio confirma, más allá de las disputas inmediatas, que la violencia en Gaza está profundamente enraizada en un ciclo de desconfianza, sufrimiento y falta de mecanismos efectivos para proteger a civiles en conflictos armados.
La tragedia de Beit Lahia pone en evidencia la necesidad urgente de:
- Establecer y garantizar corredores humanitarios con supervisión internacional.
- Revisar las políticas de bloqueo y control que afectan el acceso a recursos básicos.
- Promover un diálogo que reconozca las realidades y derechos de todas las partes involucradas.
Mientras tanto, las calles de Beit Lahia siguen siendo testigos mudos de una herida abierta que trasciende cifras y discursos, recordándonos la fragilidad de la vida cuando la política y la guerra se entrelazan.
Fuentes: AFP, EFE, Media Luna Roja Palestina, ONU, comunicado del Ejército Israelí.
2025-10-17