
El 4 de julio de 2025, una tormenta torrencial descargó más de 30 centímetros de lluvia en pocas horas sobre el condado de Kerr, Texas, desencadenando una crecida abrupta del río Guadalupe que pasó de un metro a casi diez en menos de 90 minutos. Este fenómeno, que superó cualquier registro desde 1987, arrasó comunidades enteras y dejó un saldo trágico: al menos 135 fallecidos y una búsqueda que aún continúa con tres personas desaparecidas oficialmente, tras una revisión que redujo la cifra inicial de más de 160.
En el epicentro de esta catástrofe estuvo Camp Mystic, un campamento cristiano para niñas ubicado a orillas del río Guadalupe, donde se confirmaron 27 muertes, entre menores y monitores, y aún permanecen desaparecidas 10 niñas y un monitor. Las imágenes posteriores mostraron literas derribadas, escombros y pertenencias esparcidas, testimonio mudo de la devastación.
Expertos coinciden en que la tragedia no fue un accidente aislado. Texas, y en particular la región conocida como "Flash Flood Alley" o "callejón de las inundaciones repentinas", posee una topografía que favorece estos eventos extremos: colinas escarpadas, suelos semiáridos que absorben poco la humedad y ríos que pueden crecer rápidamente. "Las colinas empinan el agua y los arroyos poco profundos se desbordan con rapidez, formando masas que arrasan todo a su paso", explica el profesor Hatim Sharif, de la Universidad de Texas.
A este escenario se sumó el aumento de la temperatura atmosférica, que incrementa la capacidad del aire para retener vapor de agua. Según la científica Friederike Otto, "por cada aumento de 0,56°C, hay un 4% más de vapor de agua, aumentando la probabilidad de lluvias extremas". La humedad cálida proveniente del Golfo de México, que estaba entre 0,56 y 1,11°C por encima del promedio, chocó con aire frío de las llanuras texanas, generando una tormenta vertical concentrada en un área muy pequeña pero intensa.
Las autoridades emitieron alertas de inundación desde el miércoles 2 de julio y el Servicio Meteorológico Nacional pronosticó lluvias entre 125 y 180 milímetros para la noche del jueves. Sin embargo, la magnitud del fenómeno superó ampliamente estas predicciones, con acumulados que en algunas zonas alcanzaron los 380 milímetros.
El sistema de monitoreo del río Guadalupe en Kerrville dejó de transmitir datos durante tres horas críticas, lo que dificultó la evaluación en tiempo real del desastre. Además, el condado carece de un sistema local de alerta eficiente para inundaciones repentinas, a diferencia de otros sistemas de emergencia como los relacionados con tornados.
"No tenemos un sistema de alerta contra inundaciones; se estudió instalar uno hace seis años, pero no se implementó por costos", reconoció Rob Kelly, juez del condado de Kerr. Dalton Rice, alcalde de Kerrville, adelantó que se realizará una revisión exhaustiva y se anunciarán medidas para prepararse mejor en el futuro.
En el debate público, surgió la polémica sobre si los recortes presupuestarios y de personal en el Servicio Meteorológico Nacional durante la administración Trump afectaron la capacidad de respuesta. Investigaciones periodísticas mostraron vacantes sin cubrir en oficinas clave de Texas, dificultando la vigilancia y coordinación con autoridades locales.
Desde el gobierno federal se defendió la capacidad del servicio, pero la reducción de casi 600 funcionarios en los últimos años es un hecho que pone en tensión la resiliencia ante eventos climáticos extremos.
Los testimonios de sobrevivientes y familiares conmueven. Stella Thompson, una niña que logró salvarse porque su cabaña estaba en terreno elevado, relató cómo despertaron con el ruido de helicópteros y el horror de ver kayaks en los árboles y escombros flotando.
Por su parte, la historia de Julian Ryan, joven que murió desangrado tras romper la ventana de su caravana para salvar a su familia, se ha convertido en símbolo de heroísmo en medio de la tragedia.
Esta tragedia pone en evidencia varias verdades y desafíos para Texas y otras regiones vulnerables:
- La combinación de geografía, clima y cambio climático crea escenarios cada vez más extremos y difíciles de predecir.
- Los sistemas de alerta y monitoreo deben ser reforzados y adaptados para eventos repentinos y de alta intensidad.
- La inversión en infraestructura y personal técnico es crucial para reducir riesgos y salvar vidas.
- La planificación urbana y la ubicación de campamentos y viviendas deben considerar riesgos hidrológicos con mayor rigor.
Las inundaciones en Texas son un aviso claro: el cambio climático no es una amenaza lejana sino una realidad que impacta hoy, y la preparación es la única defensa efectiva. La tragedia del 4 de julio 2025 es un doloroso recordatorio de que la prevención y la acción coordinada deben ser prioridades urgentes para evitar que más comunidades paguen con vidas.
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Fuentes consultadas incluyen Agencia EFE, BBC News Mundo, El País América, La Tercera, y reportajes de prensa estadounidense y análisis científicos de Climate Central y World Weather Attribution.