
El ocaso de un gigante del retail chileno se consumó oficialmente en julio de 2025, cuando Multitiendas Corona, fundada en 1955 y con presencia en las principales ciudades del país, solicitó su quiebra tras fracasar en asegurar un financiamiento clave de $22 mil millones que permitiera su reorganización judicial. El 1° Juzgado Civil de Santiago decretó la quiebra y nombró a Alejandra Massis Valencia como liquidadora.
Sin embargo, la caída de Corona no solo significa el fin de un actor emblemático, sino que desató un verdadero coliseo jurídico y comercial que ha puesto en jaque a trabajadores, accionistas y competidores.
Desde julio, un grupo de exgerentes y extrabajadores, representados por el abogado Matías Berríos Fuchslocher, han interpuesto querellas y medidas prejudiciales contra la empresa y sus sociedades relacionadas, acusando apropiación indebida de impuestos laborales y búsqueda de ampliar el patrimonio en quiebra para garantizar el pago de finiquitos.
Corona, por su parte, ha rechazado estas acusaciones y ha denunciado una estrategia legal y comunicacional orientada a generar un "show mediático" que, según sus abogados, busca presionar y dañar la imagen de la firma. "Ha querido hacer de este asunto un escrutinio público, realizando declaraciones de prensa prácticamente a diario", señalaron en tribunales.
Las diferencias no solo son jurídicas, sino también familiares y societarias. Los hermanos Schupper, controladores históricos, mantienen una disputa interna sobre el destino de la empresa y sus activos inmobiliarios, que representan un patrimonio cercano a los US$80 millones. Mientras Herman Schupper impulsó la venta y liquidación, sus hermanas Malú y Paulina buscaron mantener la operación bajo su control.
Corona dejó un vacío inmediato en el retail chileno: cerca del 8% de cuota de mercado en el segmento masivo y más de 50 locales distribuidos desde Arica a Punta Arenas quedaron disponibles. Este espacio, con una superficie total equivalente a casi la mitad del Parque Arauco Kennedy, ha desatado un interés entre competidores tradicionales como Tricot, abc, Hites y Fashion’s Park, pero también entre operadores asiáticos y plataformas de comercio electrónico que han ganado terreno en los últimos años.
Expertos en consumo y retail advierten que la mayor parte de la demanda desplazada probablemente migrará hacia tiendas chinas y plataformas online como Shein, Temu y Aliexpress, que en 2024 acapararon ya el 15,4% del mercado, superando a varios actores nacionales.
Desde Tricot reconocen que el cierre de Corona genera una oportunidad, pero estiman que la participación será repartida entre múltiples actores, incluyendo supermercados que han fortalecido sus líneas de vestuario económico.
La historia de Corona es la de una empresa que, a pesar de sus esfuerzos y la inyección de recursos por parte de sus accionistas, no logró superar un entorno económico adverso, cambios en patrones de consumo y la falta de respaldo financiero crucial. La negativa de la banca a otorgar el crédito de $22 mil millones, que previamente había aprobado, fue el golpe final que precipitó la quiebra.
Las consecuencias son múltiples: 1.700 trabajadores quedaron sin empleo y en disputa por el pago íntegro de sus finiquitos; los accionistas pierden un negocio que llegó a valer US$300 millones; y el sector retail enfrenta un cambio estructural acelerado, con la irrupción definitiva de modelos de negocio digitales y extranjeros.
El caso también pone en evidencia la complejidad de las relaciones societarias y la necesidad de mayor transparencia y responsabilidad en la administración empresarial, especialmente en procesos de reorganización y liquidación.
Como advirtió el excandidato presidencial Marco Enríquez-Ominami, "no falló el mercado, fallaron los que se enriquecen sin escrúpulos, los que especulan, los que se dividen por egos familiares y abandonan a su gente cuando más los necesitan". Este episodio invita a reflexionar sobre el modelo de empresa y el valor del compromiso social en el Chile contemporáneo.
En definitiva, la quiebra de Corona no solo marca el cierre de una historia emblemática, sino que abre un escenario de disputas legales, comerciales y sociales que seguirán moldeando el retail chileno en los años venideros.