Trump abre la puerta a que Hungría siga comprando petróleo ruso: un giro que tensiona la estrategia occidental contra Moscú

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Internacional
Europa
2025-11-21
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- Reapertura del debate sobre sanciones energéticas a Rusia

- Alianza inesperada entre Trump y Orbán

- División clara en la Unión Europea sobre el apoyo a Ucrania

La inesperada apertura del expresidente estadounidense Donald Trump para permitir que Hungría continúe comprando petróleo ruso ha reavivado una disputa que parecía contenida, poniendo en jaque la unidad occidental frente a Moscú.

El 7 de noviembre de 2025, Trump recibió en la Casa Blanca al primer ministro húngaro Viktor Orbán, y durante esta reunión expresó su disposición a estudiar una exención para que Hungría mantenga sus importaciones energéticas desde Rusia, a pesar de las sanciones vigentes. Esta postura, que contrasta con la línea dura de la actual administración estadounidense y de buena parte de la Unión Europea, refleja una convergencia ideológica y estratégica entre ambos líderes, marcando un punto de inflexión en la política energética y diplomática occidental.

Un choque de realidades: la posición de Hungría y sus aliados

Hungría, que importa el 86% de su petróleo de Rusia, ha visto en las sanciones un riesgo directo para su economía y estabilidad interna, especialmente en un año electoral complicado para Orbán. "Es muy difícil para él recibir gas y petróleo desde otras áreas, porque su país no tiene acceso al mar, ni puertos", justificó Trump."Habría que preguntar mejor a esos numerosos países europeos que compran a Rusia", añadió, apuntando a una hipocresía percibida en la aplicación de las sanciones.

Desde Budapest, Orbán ha defendido su postura como la única razonable para "favorecer la paz" y ha cuestionado la capacidad de Ucrania para ganar la guerra, sugiriendo que la continuación del conflicto beneficia a otros actores internacionales. Esta visión ha generado tensiones con socios europeos que apoyan firmemente a Kiev y que ven en la resistencia húngara un obstáculo para una respuesta unificada.

Perspectivas contrapuestas dentro del tablero europeo

La Unión Europea enfrenta una fractura evidente. Mientras países como Polonia y los estados bálticos presionan por mantener y endurecer las sanciones, Hungría, apoyada ahora por un influyente aliado en Washington, se posiciona para bloquear acuerdos clave, como la ayuda financiera a Ucrania. Esta división pone en riesgo la eficacia de la estrategia común y abre interrogantes sobre la cohesión futura del bloque.

Desde Washington, la actual administración demócrata ha expresado reservas y mantiene la aplicación de sanciones, pero el respaldo público de Trump a Orbán complica la narrativa oficial y ofrece a Budapest un argumento para resistir presiones externas.

¿Un reacomodo geopolítico o un episodio aislado?

La reunión en la Casa Blanca también sirvió para que Trump anunciara su interés en retomar una cumbre con Vladimir Putin en Budapest, suspendida meses atrás por falta de avances. Esta intención, aunque incierta, sugiere un posible reacomodo en las relaciones internacionales, donde actores como Hungría pueden jugar un rol de mediadores o, en el peor de los casos, de desestabilizadores.

Constataciones finales

El respaldo de Trump a Orbán para que Hungría siga comprando petróleo ruso revela una fractura profunda en la coalición occidental frente a Rusia. Este episodio expone las limitaciones de las sanciones como herramienta única y la dificultad de mantener una postura homogénea cuando existen intereses nacionales divergentes y liderazgos con visiones encontradas.

Además, la coyuntura electoral en Hungría y la estrategia de Orbán de mostrarse como un líder fuerte y pragmático frente a sus ciudadanos añade una capa de complejidad que va más allá de la política energética, tocando la estabilidad política y social del país.

Finalmente, la posibilidad de reactivar canales de diálogo entre Estados Unidos y Rusia, con Hungría como escenario, abre un abanico de escenarios inciertos que exigirán vigilancia y análisis cuidadoso para entender sus implicancias en la seguridad europea y global.

Este capítulo pone en evidencia que las guerras y sanciones no solo se libran en el campo de batalla o en las instituciones multilaterales, sino también en las salas de reuniones donde convergen intereses y visiones contrapuestas, dejando al descubierto la fragilidad de las alianzas internacionales.