
En el escenario global actual, la supremacía tecnológica y militar de Estados Unidos se ha transformado en un arma política con consecuencias palpables para sus aliados. Desde principios de 2025, bajo la administración Trump, se ha evidenciado un fenómeno que el periodista Cory Doctorow denominó "mierdificación": la degradación progresiva y el abuso de plataformas tecnológicas y sistemas estratégicos que antes eran considerados neutrales o inclusivos.
Este proceso, que comenzó en redes sociales y plataformas digitales, ahora se extiende a sistemas militares, financieros y de comunicaciones, generando una dependencia que se vuelve una trampa para países tradicionalmente aliados. El caso más emblemático es el caza F-35, cuya cadena logística y de inteligencia está controlada por Estados Unidos, lo que permite, en teoría, desactivar o limitar su operatividad.
Desde la mirada estadounidense oficial, esta estrategia es una extensión natural de su hegemonía, una forma de monetizar y proteger sus intereses. Mark Carney, primer ministro canadiense, ha señalado que "Estados Unidos está empezando a monetizar su hegemonía". Sin embargo, para muchos aliados, esta "monetización" es una forma de coerción que pone en jaque su soberanía y seguridad.
En Europa, voces como Friedrich Merz y Emmanuel Macron han declarado públicamente la necesidad de buscar independencia tecnológica y estratégica. Merz afirmó que su prioridad es "lograr la independencia" de Estados Unidos, mientras Macron enfatizó: "Debemos reforzar nuestra independencia". La Unión Europea impulsa iniciativas como EuroStack, una cadena de suministro digital propia que apunta a reducir la dependencia de infraestructuras estadounidenses.
No obstante, la disonancia cognitiva se hace presente: países como Dinamarca y Canadá, profundamente integrados en las estructuras militares y tecnológicas de EE.UU., enfrentan un dilema. Un asesor danés comentó que la "idea transatlántica" ha sido la piedra angular de su defensa, lo que dificulta desvincularse sin un costo severo. La compra de más F-35 por parte de Dinamarca, pese a las críticas internas, ejemplifica esta tensión.
Más allá de los aviones y misiles, la dependencia se extiende a sistemas financieros y de comunicación. El sistema de compensación en dólares, controlado por EE.UU., es la principal herramienta para imponer sanciones y ejercer presión económica global. La experiencia de Carrie Lam en Hong Kong, a quien se le congelaron cuentas y se le negó acceso a servicios bancarios, es un ejemplo concreto.
En comunicaciones, la constelación satelital Starlink, dirigida por Elon Musk y vinculada al gobierno estadounidense, se ha convertido en un recurso estratégico. La amenaza de cortar el acceso a Ucrania en 2025 evidenció la vulnerabilidad de depender de plataformas privadas con intereses políticos.
La "mierdificación" no es solo un problema tecnológico o económico, sino un desafío geopolítico que redefine alianzas y estrategias de defensa. Los aliados enfrentan una encrucijada: continuar dependientes y vulnerables o asumir costos inmediatos y elevados para construir soberanía tecnológica y militar.
Los proyectos europeos y de otros bloques para crear infraestructuras propias, aunque lentos y costosos, representan una apuesta por un futuro menos condicionado por la coerción estadounidense. Sin embargo, el camino es incierto y complejo, con riesgos económicos y estratégicos.
Finalmente, la paradoja más inquietante es que esta dinámica afecta también a la propia ciudadanía estadounidense. La consolidación de un modelo de poder basado en plataformas que se vuelven opacas, abusivas y centralizadas puede generar un escenario interno de fragilidad y descontento. La "mierdificación" se convierte así en un fenómeno global con múltiples víctimas y pocos ganadores claros.
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Fuentes: WIRED (2025), declaraciones oficiales de líderes europeos y norteamericanos, análisis de expertos en defensa y tecnología.
2025-11-12
2025-11-12