
El domingo 16 de noviembre de 2025 Chile vivió una de sus elecciones más masivas y complejas en décadas. Más del 82% de los 15,7 millones de electores habilitados acudieron a las urnas, marcando un récord en participación desde la implementación del voto obligatorio e inscripción automática. Este proceso, que por primera vez incluyó la elección simultánea del Presidente y todo el Poder Legislativo bajo este nuevo esquema, fue acompañado por un despliegue de seguridad sin precedentes.
El gobierno, a través del subsecretario del Interior Víctor Ramos, destacó la tranquilidad del proceso y la coordinación entre Ministerio de Educación, Defensa y Seguridad para que las Fuerzas Armadas tomaran control de los 3.379 locales de votación —de los cuales 3.062 son establecimientos educacionales— a partir de las 17:00 horas del viernes previo a la elección. 'Las elecciones en Chile han tenido siempre un proceso muy tranquilo', afirmó Ramos, subrayando la movilización de cerca de 23 mil efectivos policiales y 26 mil militares.
Sin embargo, la presencia militar en centros de votación no estuvo exenta de críticas. Organizaciones sociales y sectores políticos de izquierda denunciaron una 'militarización innecesaria y un riesgo para la libertad del voto', mientras que algunos expertos en seguridad electoral advirtieron sobre la posible intimidación que podría generar en votantes vulnerables. Por otro lado, autoridades regionales y representantes de zonas rurales valoraron el despliegue, argumentando que la seguridad reforzada fue clave para garantizar la normalidad en territorios con antecedentes de conflictos sociales.
Desde la sociedad civil, la evaluación también fue diversa. Mientras algunos ciudadanos celebraron la alta participación y la organización logística, otros expresaron su preocupación por la complejidad del sistema y la falta de información clara sobre multas y excepciones, especialmente para extranjeros residentes y chilenos en el extranjero. 'El voto obligatorio debe ir acompañado de educación cívica más profunda para evitar confusiones y desinformación', señaló un académico de ciencias políticas de la Universidad de Chile.
En el plano político, la jornada dejó una radiografía del país fragmentado. La alta concurrencia a las urnas no se tradujo en consenso, sino que reforzó la polarización entre sectores que celebran la democracia participativa y aquellos que cuestionan la representatividad del sistema actual. Los resultados preliminares, que ya muestran un Congreso dividido y un escenario presidencial incierto, reflejan una sociedad en búsqueda de nuevas fórmulas para canalizar sus demandas.
Tras el cierre de las mesas y el conteo inicial, expertos en derecho electoral y observadores internacionales coincidieron en que, pese a las tensiones, el proceso se desarrolló dentro de los estándares democráticos esperados. No obstante, la participación récord y el despliegue de seguridad abren preguntas sobre el futuro del voto obligatorio y el rol de las Fuerzas Armadas en actos civiles.
En conclusión, esta elección 2025 no solo fue un desafío logístico y de seguridad, sino un espejo que refleja las complejidades de un Chile que quiere votar, pero que también exige garantías para hacerlo sin presiones ni dudas. La tensión entre orden y libertad, participación y control, quedó expuesta en cada urna y en cada voz que se alzó para celebrar o cuestionar el proceso. La verdadera batalla ahora es cómo interpretar estos resultados para construir un sistema electoral que convoque sin dividir y que proteja sin amedrentar.