
Un giro en la medición de audiencias ha sacudido el panorama televisivo chileno, consolidando un cambio que venía gestándose en silencio y que, con el nuevo sistema implementado por Kantar Ibope Media, revolucionó la forma en que se entiende el consumo de contenidos audiovisuales en Chile. El pasado 14 de julio, la medición oficial dejó de limitarse a la televisión abierta tradicional para incorporar datos de plataformas digitales, cable y dispositivos móviles, ampliando su alcance a un universo de 16,6 millones de personas en las 16 regiones del país.
Este salto metodológico no es menor. Según Ignacio Mirchak, Country Leader de Kantar Ibope Media Chile, "la forma en que consumimos contenido cambió radicalmente con la digitalización y la medición de audiencia también debía evolucionar". La incorporación del People Meter 7 y el Focal Meter, tecnologías que capturan datos desde pantallas inteligentes y dispositivos móviles, permiten ahora conocer el número exacto de espectadores, dejando atrás las métricas porcentuales que solían ofrecer solo una aproximación.
Para los canales tradicionales —Chilevisión, Mega, Canal 13 y TVN— este cambio representa un doble desafío: competir en un escenario donde la audiencia ya no está solo frente al televisor, sino dispersa en múltiples plataformas, y adaptarse a una medición que revela con mayor precisión sus verdaderos alcances y pérdidas.
Desde una perspectiva política y cultural, el nuevo sistema ha generado debates intensos. Por un lado, sectores conservadores destacan que la medición más rigurosa fortalece la transparencia y la planificación estratégica, permitiendo mejores inversiones publicitarias y contenidos más ajustados a la demanda real. Por otro, voces críticas advierten que la integración de plataformas digitales podría invisibilizar audiencias regionales que aún dependen mayoritariamente de la televisión abierta, ampliando la brecha entre zonas urbanas y rurales.
En regiones como La Araucanía y Los Lagos, donde el acceso a internet es desigual, la medición revela un consumo televisivo tradicional que sigue siendo fuerte, pero que podría quedar subrepresentado si no se ajustan las metodologías. Comunidades indígenas y sectores rurales han expresado preocupación por la posible pérdida de voz en estas nuevas métricas.
En el ámbito empresarial, la reacción ha sido igualmente diversa. Mega y Chilevisión han aprovechado la oportunidad para potenciar su oferta digital, mientras que TVN enfrenta la presión de reinventar su modelo de negocios en un contexto donde la audiencia joven se fragmenta entre YouTube, Netflix y otras plataformas. La competencia ya no es solo por el rating, sino por la atención en un ecosistema audiovisual hiperconectado.
En definitiva, la nueva medición de rating en Chile no solo redefine quién lidera la televisión, sino que también obliga a repensar qué es la televisión y cómo se consume. La industria debe navegar entre la tradición y la innovación, mientras que las audiencias, dispersas y diversas, reclaman un lugar visible en este nuevo mapa.
Queda claro que la transformación tecnológica ha dejado atrás el modelo unidireccional y uniforme, y que la televisión chilena se enfrenta a un futuro donde la pluralidad de plataformas y la precisión de datos serán la nueva regla del juego. El desafío, ahora, es evitar que esta revolución invisibilice las voces menos conectadas y que el mercado audiovisual chileno logre equilibrar eficiencia comercial con diversidad cultural.
Fuentes consultadas: Kantar Ibope Media Chile, declaraciones oficiales, análisis regionales y reportes de consumo digital.