
Nvidia alcanzó un hito sin precedentes el 9 de julio de 2025, cuando su capitalización bursátil superó los 4 billones de dólares, convirtiéndose en la primera empresa en la historia en lograrlo. Este logro no solo marca un nuevo récord en Wall Street, sino que también refleja una transformación profunda en la economía y la tecnología a nivel global, con reverberaciones que llegan hasta Chile.
Fundada en 1993, Nvidia comenzó su camino enfocada en la fabricación de chips gráficos (GPU) para videojuegos de alta demanda. Sin embargo, su giro estratégico hacia la inteligencia artificial (IA) fue el verdadero motor de su meteórico ascenso. La creación en 2006 de CUDA, un lenguaje de programación que permitió aprovechar la potencia de sus GPU para cálculos complejos, posicionó a Nvidia como pionera en IA, adelantándose a gigantes como Intel y AMD.
Durante la pandemia de Covid-19, la demanda por sus chips explotó, impulsada por el auge de juegos, trabajo remoto y el interés creciente en criptomonedas y tecnologías de IA. Modelos de lenguaje como ChatGPT de OpenAI catapultaron aún más la necesidad de procesadores potentes, consolidando a Nvidia como el proveedor dominante en esta área.
Desde una mirada empresarial y tecnológica, Nvidia representa un caso ejemplar de innovación y adaptación. Dan Ives, analista de Wedbush Securities, afirmó: "Sus chips son el nuevo oro y petróleo", destacando la importancia estratégica de la compañía en la era digital.
No obstante, expertos en regulación y economía advierten sobre los riesgos de esta concentración de poder. En Chile, académicos y sectores industriales observan con cautela cómo esta hegemonía puede afectar la competencia y la soberanía tecnológica. Para algunos, la dependencia de un solo proveedor global puede generar vulnerabilidades en la cadena de suministro y limitar opciones para la industria local.
Chile, con su creciente apuesta por la digitalización y la minería tecnológica, se encuentra en una encrucijada. La demanda por tecnologías avanzadas, incluidas las basadas en IA, requiere acceso a componentes como los que produce Nvidia. Sin embargo, la alta concentración del mercado de chips plantea interrogantes sobre precios, disponibilidad y autonomía tecnológica.
Además, el país enfrenta el desafío de fomentar el desarrollo propio en áreas estratégicas, para no quedar relegado a un rol meramente consumidor en la cadena global de valor tecnológica.
El récord de Nvidia no es solo un número en Wall Street, sino un símbolo de la nueva geopolítica tecnológica. La empresa ha demostrado que la innovación y la visión anticipada pueden transformar sectores enteros, pero también ha puesto en evidencia las tensiones inherentes a la concentración de poder en la economía digital.
Para Chile y otras economías emergentes, la lección es clara: la integración en estas nuevas dinámicas requiere una estrategia que combine apertura al mercado global con inversión en capacidades propias, regulaciones inteligentes y vigilancia constante.
El coliseo tecnológico está en plena batalla, y mientras Nvidia celebra su corona, el resto del mundo observa, analiza y se prepara para los próximos movimientos en esta partida que definirá el futuro económico y tecnológico mundial.