
Un arancel que no cambia el juego, pero sí la narrativa. En julio de 2025, Estados Unidos impuso un arancel del 50% sobre las importaciones de cobre, apuntando a proteger su industria nacional. Esta medida, que de entrada suena como un golpe para Chile —el mayor productor mundial de cobre—, ha revelado con el paso de los meses una realidad más compleja y matizada.
El cobre, pieza clave en la matriz productiva global por ser el mejor conductor eléctrico y térmico, no tiene sustitutos inmediatos ni viables. Pablo Cabezas, economista de la Universidad Central, explica que la demanda por este metal no desaparecerá pese a la barrera arancelaria impuesta. Más aún, el efecto real recae en el consumidor estadounidense, quien debe enfrentar precios más altos en productos que contienen cobre.
Desde Santiago hasta Atacama, las voces se dividen.
- El Gobierno chileno ha adoptado una postura mesurada, evitando alarmismos y reafirmando la importancia de mantener y fortalecer alianzas comerciales estables y basadas en el respeto mutuo. “Pretender que reaccionemos alarmados es un error estratégico”, ha señalado un alto funcionario del Ministerio de Economía.
- La oposición política, en cambio, usa el arancel como argumento para cuestionar la dependencia chilena de un solo commodity y la falta de diversificación productiva. Algunos sectores exigen una revisión urgente de la política minera y un impulso decidido a la innovación tecnológica para reducir vulnerabilidades.
- Desde las regiones mineras, especialmente en el norte, la preocupación es palpable pero pragmática. Trabajadores y empresarios entienden que la minería es un negocio de largo plazo donde la volatilidad política de Estados Unidos dificulta nuevas inversiones. Un dirigente sindical de Antofagasta comenta: “No podemos vivir del susto, pero sí debemos exigir certezas y estabilidad para planificar el futuro.”
El análisis socioeconómico es claro: los proyectos mineros requieren años de planificación y condiciones estables para prosperar. La volatilidad en la política arancelaria estadounidense, donde las tarifas se imponen y retiran en cortos períodos, desalienta la inversión de capitales serios. Esto hace que la medida no tenga un impacto estructural profundo en la minería chilena, al menos en el horizonte inmediato.
Sin embargo, la medida ha encendido un debate más amplio sobre la estrategia comercial chilena. La experiencia reciente muestra que depender de mercados con políticas impredecibles puede ser riesgoso. Expertos en comercio internacional recomiendan diversificar socios y fortalecer acuerdos que incluyan respeto mutuo y beneficios compartidos.
¿Qué queda claro tras estos meses?
- El arancel estadounidense no ha provocado una crisis en la minería chilena, pero sí ha puesto en evidencia la necesidad de una política comercial más robusta y proactiva.
- La demanda global de cobre se mantiene firme, y Chile sigue siendo un actor clave, aunque con la urgencia de modernizar y diversificar su economía para reducir riesgos futuros.
- La tensión política entre sectores que exigen reacción inmediata y quienes apuestan por la estabilidad marca un escenario de debate intenso pero necesario.
En definitiva, esta historia no es la de una derrota económica, sino la de un país que enfrenta un desafío geopolítico y comercial con la dignidad y el pragmatismo que le son característicos. Como dijo un analista consultado, “Chile no debe ceder al temor de represalias injustas, sino actuar con firmeza y criterio, priorizando relaciones basadas en el respeto y la cooperación.”