Washington enfrenta el cierre gubernamental más largo en casi siete años: entre despidos masivos y polarización política

Washington enfrenta el cierre gubernamental más largo en casi siete años: entre despidos masivos y polarización política
Actualidad
Política
2025-11-22
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- Cierre gubernamental que paraliza a EE.UU. desde el 1 de octubre.

- Miles de despidos federales inminentes y tensiones en la administración.

- Washington DC militarizada y una ciudad dividida ante la crisis.

Washington D.C., epicentro de la política estadounidense, vive desde el 1 de octubre de 2025 el cierre gubernamental más prolongado en casi siete años, marcado por una crisis de gobernabilidad que ha dejado a cientos de miles de empleados federales suspendidos y a la capital en una inédita militarización.

Este cierre, resultado del fracaso del Senado para aprobar una extensión presupuestaria, ha sumido a la Administración en un bloqueo que ha trascendido lo administrativo para convertirse en un campo de batalla político y social.

El Senado rechazó dos propuestas presupuestarias, una demócrata y otra republicana, ambas sin lograr la mayoría calificada necesaria. Los demócratas, liderados por Chuck Schumer, exigen la extensión de subsidios de Obamacare y la protección sin recortes de Medicaid, mientras los republicanos insisten en un acuerdo a corto plazo sin esas condiciones, acusando a sus rivales de querer ampliar beneficios para inmigrantes irregulares.

En este contexto, la Casa Blanca, bajo la administración de Donald Trump, ha diseñado planes para despedir a miles de trabajadores federales considerados “no esenciales”, con la intención declarada de reducir drásticamente el tamaño del Estado. La Oficina de Administración y Presupuesto anunció que estos despidos podrían comenzar en cuestión de días, afectando a aproximadamente 750 mil empleados suspendidos temporalmente.

“Estas conversaciones no estarían ocurriendo si los demócratas hubieran votado para mantener abierto el Gobierno”, declaró Karoline Leavitt, vocera de la Casa Blanca, en una postura que refleja la acusación mutua entre ambos partidos.

Mientras tanto, Washington DC enfrenta una transformación palpable: la militarización de sus calles con el despliegue de miles de efectivos de la Guardia Nacional y agencias federales, una medida impulsada por Trump bajo el argumento de controlar la delincuencia, aunque con cifras oficiales que muestran una reducción histórica de la criminalidad en la capital.

Este despliegue ha generado rechazo entre la población local, que en un 79% rechaza la medida y se siente menos segura con la presencia militar, según encuestas recientes. Además, la alcaldesa Muriel Bowser ha denunciado que la operación federal se ha centrado más en la persecución de inmigrantes irregulares que en la seguridad ciudadana.

La crisis no solo paraliza la administración pública, sino que también afecta la vida cotidiana: museos, atracciones turísticas y servicios no esenciales permanecen cerrados, mientras informes económicos y judiciales se suspenden, generando un efecto dominó con consecuencias a mediano plazo.

En el plano político, la retórica se ha endurecido. El vicepresidente J. D. Vance ha vinculado la crisis sanitaria con la inmigración irregular, mientras Trump amenaza con extender el modelo de militarización a otras ciudades demócratas como Chicago y Baltimore.

Este escenario ha puesto al descubierto las profundas fracturas del sistema político estadounidense, donde la disputa presupuestaria se ha transformado en un choque de visiones sobre el rol del Estado, la inmigración y la seguridad.

Perspectivas divergentes:

- Desde la derecha republicana, el cierre es una oportunidad para avanzar en una agenda de reducción del Estado, con la militarización como herramienta de control social y la limitación de beneficios sociales.

- Para los demócratas y sectores progresistas, esta crisis evidencia un ataque a los derechos laborales, la protección social y la autonomía local, denunciando además la instrumentalización política del sistema de seguridad.

- Ciudadanos y residentes de Washington viven la paradoja de una ciudad declarada “segura” en cifras, pero sometida a un control policial y militar sin precedentes, que genera ansiedad y rechazo.

Conclusiones:

El cierre gubernamental en EE.UU. no es solo un impasse presupuestario; es un síntoma de la polarización extrema, la desconfianza institucional y la lucha por redefinir el contrato social en un país dividido.

La militarización de Washington DC y la amenaza de despidos masivos revelan una estrategia política que busca no solo imponer medidas económicas, sino también controlar el espacio público y redefinir las prioridades del Estado.

Mientras el Congreso se prepara para retomar las negociaciones tras el receso por Yom Kippur, el costo social y económico de esta crisis ya es palpable, dejando a la ciudadanía en medio de un choque de poderes que pone en jaque la estabilidad democrática.

La pregunta que queda es si este episodio servirá para abrir un diálogo real sobre la gobernabilidad y el futuro del Estado en EE.UU., o si profundizará las divisiones que amenazan con paralizar al país por más tiempo.