
Un pulso comercial que no se apaga
El 12 de julio de 2025, el entonces presidente estadounidense Donald Trump anunció la imposición de aranceles del 30% sobre productos importados desde México y la Unión Europea, medida que entró en vigor el 1 de agosto. Esta decisión, en apariencia abrupta, fue el desenlace de meses de tensiones comerciales y acusaciones mutuas sobre prácticas desleales y déficits persistentes.
México, socio comercial fundamental para Estados Unidos, exportó bienes por más de 505.000 millones de dólares en 2024, destacando productos sensibles como frutas y verduras frescas. La Unión Europea, por su parte, fue señalada por Washington como responsable de un desequilibrio comercial que, según la Casa Blanca, amenazaba la seguridad nacional estadounidense.
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Desde la perspectiva estadounidense, esta medida forma parte de una estrategia para "revitalizar" la economía doméstica, que según Trump ha sido "saqueada" por décadas. "Nuestra relación, lamentablemente, está lejos de ser recíproca", afirmó en su carta a la UE, justificando la arremetida tarifaria.
México, liderado entonces por la presidenta Claudia Sheinbaum, reconoció la colaboración en temas migratorios y de seguridad, pero consideró la medida un golpe inesperado que afecta a productores y consumidores. "Estamos comprometidos con el diálogo, pero estas acciones unilateralmente nos ponen en desventaja", declararon voceros del gobierno mexicano.
En Europa, la reacción fue de consternación y rechazo. Empresarios advirtieron que sectores como el chocolate belga, la mantequilla irlandesa y el aceite de oliva italiano enfrentarían una guerra comercial que podría erosionar empleos y mercados.
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Los aranceles han encarecido productos básicos en Estados Unidos, con aumentos rápidos especialmente en frutas y verduras frescas, dada su corta vida útil y alta demanda. Esto ha generado presiones inflacionarias que golpean a consumidores y empresas por igual.
En México y Europa, la medida ha tensado las relaciones diplomáticas y comerciales, llevando a negociaciones tensas y amenazas de represalias que podrían escalar la disputa.
Sin embargo, expertos en comercio internacional señalan que esta ruptura desafía las reglas establecidas desde la Ronda de Uruguay, que buscaba evitar medidas proteccionistas extremas y fomentar la reciprocidad.
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Analistas económicos chilenos y latinoamericanos han subrayado que esta disputa no solo afecta a los protagonistas directos, sino que reconfigura el mapa comercial regional, con riesgos para cadenas productivas integradas y para la estabilidad económica de países vecinos.
Desde el mundo académico, se advierte que esta crisis es un síntoma de una tendencia global hacia políticas más proteccionistas y nacionalistas, que puede profundizar desigualdades y fragmentar mercados.
Al mismo tiempo, organizaciones sociales en México y Europa han expresado preocupación por el impacto en trabajadores y pequeños productores, quienes suelen ser los más vulnerables ante estas medidas.
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La imposición de aranceles del 30% por parte de Estados Unidos a México y la Unión Europea ha desencadenado un choque con consecuencias económicas, políticas y sociales que aún siguen desplegándose más de cuatro meses después.
Este episodio revela la fragilidad de los acuerdos multilaterales y la volatilidad de las relaciones comerciales en un mundo cada vez más interdependiente pero también marcado por intereses nacionales divergentes.
En definitiva, la disputa no solo pone en jaque la estabilidad económica inmediata, sino que invita a repensar las reglas y estrategias que rigen el comercio internacional, en un escenario donde la búsqueda de equilibrios es cada vez más compleja y conflictiva.
2025-11-12
2025-11-12