
Entre julio y noviembre de 2025, Chile ha concretado la devolución de 19 piezas arqueológicas al Perú, marcando un capítulo significativo en la relación bilateral y en la protección del patrimonio cultural latinoamericano. Estas piezas, que abarcan desde el año 400 hasta 1400 d.C., incluyen textiles y cerámicas de las culturas Chancay, Wari y Pativilca, recuperadas tras investigaciones que destaparon su circulación ilícita en colecciones privadas y plataformas digitales como eBay e Instagram.
El 12 de julio, en una ceremonia oficial, el Ministerio de las Culturas chileno entregó las piezas a la embajada peruana, tras un trabajo conjunto entre la subsecretaría del Patrimonio, la Fiscalía, la Policía de Investigaciones (PDI) y sus pares peruanos. La ministra Carolina Arredondo destacó que más allá del valor material, esta acción 'reafirma el compromiso de ambos países para combatir el tráfico ilícito de bienes culturales y patrimoniales', un problema que no solo afecta a Chile y Perú, sino a toda América Latina.
Desde el gobierno peruano, el viceministro de Relaciones Exteriores, embajador Félix Denegri, valoró la devolución como una recuperación esencial de un patrimonio que refleja 'el alto nivel de desarrollo cultural y tecnológico de antiguas civilizaciones'. Para Perú, la restitución es un acto de justicia histórica y un paso hacia la reparación simbólica de siglos de expolio y apropiación indebida.
En Chile, este gesto también ha abierto un debate sobre las responsabilidades internas en la protección del patrimonio. La PDI, a través del prefecto Marcelo Rebolledo, enfatizó que la investigación involucró a unidades especializadas en medioambiente y patrimonio cultural desde 1994, revelando una red compleja donde coleccionistas privados y ventas en línea desafían los controles estatales.
Sin embargo, algunos sectores académicos y organizaciones sociales han puesto en cuestión la eficacia de las políticas actuales. La historiadora y activista cultural Valeria Jiménez señala que 'la devolución es solo la punta del iceberg; mientras no haya una reforma profunda en la legislación y mayor educación pública sobre el patrimonio, los riesgos persisten'. Además, advierte que la cooperación bilateral debe ir acompañada de un compromiso regional más amplio para enfrentar el tráfico ilícito que trasciende fronteras.
Este episodio revela que el patrimonio arqueológico es un campo de batalla donde convergen intereses políticos, económicos y culturales. La devolución de las piezas es un triunfo diplomático, pero también un recordatorio de las vulnerabilidades y tensiones que atraviesan los países latinoamericanos en la defensa de su historia.
La restitución de las piezas peruanas en Chile no solo devuelve objetos materiales, sino que pone en escena una disputa simbólica por la identidad y la memoria colectiva. Mientras las autoridades celebran el avance en la cooperación y la justicia patrimonial, la sociedad civil y los expertos llaman a no perder de vista la necesidad de políticas integrales y educación para evitar que este tipo de tráfico continúe erosionando el legado cultural.
Los hechos confirman que la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales requiere esfuerzos sostenidos, coordinación internacional y una mirada crítica sobre cómo se valoran y protegen las raíces históricas. La devolución de las piezas arqueológicas al Perú es un paso importante, pero también una invitación a reflexionar sobre las responsabilidades compartidas en la preservación del patrimonio en un mundo globalizado y digitalizado.
En definitiva, esta historia no termina con la entrega ceremonial, sino que se proyecta hacia un futuro donde la memoria y la identidad latinoamericana se defienden con acciones concretas, diálogo plural y vigilancia constante.
2025-10-10
2025-10-13