
Chile vuelve a estremecerse. Entre abril y julio de 2025, el país fue sacudido por una serie de sismos que, aunque en su mayoría no superaron magnitudes de 4.2, evidencian una actividad sísmica constante y diversa en sus características. Desde el norte profundo hasta la zona central, la tierra no cesa de vibrar, recordando la fragilidad y la urgencia de una preparación real y efectiva.
En este escenario, el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) ha reforzado sus campañas, entregando pautas claras para actuar ante un movimiento sísmico: mantener la calma, buscar lugares seguros, evitar elevadores y prepararse para posibles réplicas. 'La información y la preparación salvan vidas', enfatiza un vocero de Senapred.
Pero la realidad en terreno es más compleja. Diversas voces emergen desde distintos frentes, desafiando la narrativa oficial y exponiendo las grietas en la gestión del riesgo.
Desde el mundo académico y científico, el consenso apunta a que la actividad sísmica observada es parte del comportamiento esperado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, donde Chile se asienta. 'Estos temblores son señales de la dinámica tectónica que no podemos evitar, pero sí debemos aprender a convivir con ella', explica la geóloga María Fernández de la Universidad de Chile.
Las autoridades locales y nacionales, por su parte, insisten en la mejora de protocolos y la inversión en infraestructura resistente. Sin embargo, reconocen que la brecha entre la normativa y la implementación efectiva sigue siendo un desafío.
Desde las comunidades afectadas, especialmente en zonas rurales y periféricas, la percepción es otra. 'Los temblores son el pan de cada día, pero no tenemos dónde refugiarnos ni recursos para estar preparados', relata un dirigente vecinal de la Región de Arica y Parinacota. La falta de acceso a información oportuna, la precariedad habitacional y la insuficiente educación en gestión de riesgos agravan la vulnerabilidad.
El ciclo reciente de temblores ha puesto en evidencia que la preparación ante desastres en Chile no puede limitarse a recomendaciones genéricas. El Centro Sismológico Nacional ha reportado movimientos sísmicos desde magnitudes menores a 3.0 hasta 4.2, con profundidades variables entre 22 y más de 100 kilómetros, lo que afecta la percepción y el impacto en superficie.
Además, la reiteración de estos eventos ha generado cierto desgaste en la atención pública, un fenómeno que expertos llaman 'fatiga informativa', que puede llevar a la subestimación del riesgo real.
- La amenaza sísmica en Chile es constante y multifacética, imposible de ignorar.
- La preparación debe ir más allá de la información y alcanzar una implementación efectiva y equitativa.
- La discusión pública debe incorporar las voces de quienes viven la amenaza día a día, no solo desde la academia o el gobierno.
Chile, en su condición de país sísmico, enfrenta un desafío tan antiguo como la tierra misma: aprender a vivir con la incertidumbre bajo sus pies, con la convicción de que la prevención y la equidad en la respuesta pueden marcar la diferencia entre tragedia y resiliencia.
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Fuentes: Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile, Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), entrevistas con expertos y dirigentes comunitarios.
2025-10-24
2025-10-03