Incendio en Santiago: la ciudad frente a la fragilidad de su centro histórico

Incendio en Santiago: la ciudad frente a la fragilidad de su centro histórico
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-22
Fuentes
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- Fuego descontrolado en un edificio emblemático del centro histórico.

- Evacuación masiva y rescates arriesgados bajo condiciones extremas.

- Debate abierto sobre regulación urbana y seguridad en espacios vulnerables.

El incendio que estalló el 11 de julio de 2025 en un edificio del centro histórico de Santiago dejó al descubierto no solo la vulnerabilidad física de una de las zonas más antiguas de la capital, sino también las tensiones sociales y políticas que se han ido acumulando en torno al uso y la gestión de esos espacios.

El fuego comenzó en el sótano del inmueble, donde funcionaba una bodega ilegal instalada en lo que antes fue una sala cinematográfica. Las llamas, alimentadas por productos inflamables y corrosivos, alcanzaron temperaturas superiores a los 200 grados Celsius, dificultando la intervención de los bomberos y prolongando la emergencia por horas.

Desde el primer momento, más de 200 personas fueron evacuadas en maniobras complejas y arriesgadas, incluyendo el rescate de cerca de 30 niños desde una sala cuna cercana. Tres personas resultaron con problemas de salud por inhalación de humo, aunque sin daños físicos graves.

En el centro de este drama, las voces se multiplicaron y se dividieron. Para algunos sectores políticos y sociales, el incendio es una consecuencia directa de la falta de fiscalización municipal y la permisividad con el comercio informal y el almacenamiento clandestino en áreas protegidas. "Este siniestro evidencia la urgencia de una regulación más estricta y un control efectivo en el casco histórico", afirmó un representante de la oposición.

Por otro lado, desde organizaciones sociales y comerciantes afectados, se señala que la informalidad y la precariedad en estos espacios son resultado de décadas de abandono estatal y falta de políticas inclusivas. "Aquí no solo se quema un edificio, sino la esperanza de quienes viven y trabajan en estos barrios que han sido marginados", expresó una dirigente vecinal.

El gobierno, representado por el delegado presidencial de la Región Metropolitana, Gonzalo Durán, reconoció la complejidad del siniestro y la dificultad que impuso la presencia de materiales peligrosos. "Estamos frente a un desafío que nos obliga a repensar la seguridad y el orden en el centro de Santiago", señaló, comprometiendo un plan de acción para evitar que episodios como este se repitan.

En términos históricos, el incendio revive el debate sobre la conservación patrimonial versus la dinámica social y económica que atraviesan las zonas centrales. El edificio, parte del patrimonio urbano, ha sido testigo de transformaciones profundas, muchas veces al margen de la ley y la planificación.

Finalmente, la tragedia expone una verdad incómoda: la fragilidad del tejido urbano y social en el corazón de Santiago no se limita a un incendio, sino que es el reflejo de un conflicto latente entre la modernización, la informalidad y la protección del patrimonio.

Las consecuencias ya son visibles: la urgencia de una política integral que combine seguridad, desarrollo social y respeto por la historia, y la necesidad de un diálogo abierto entre todos los actores involucrados para evitar que el fuego, esta vez, no solo consuma edificios, sino también la convivencia y el futuro de la ciudad.