
Un fuego que despertó a Santiago
El jueves 10 de julio de 2025, cerca de las 13:30 horas, un incendio de grandes proporciones se desató en el subsuelo del edificio ubicado en Monjitas con calle 21 de mayo, en el centro de Santiago. Más de 200 personas, junto a 20 mascotas, fueron evacuadas mientras 14 compañías de Bomberos desplegaban un operativo que se extendió por horas. La emergencia también obligó a evacuar una sala cuna con 29 lactantes, lo que aumentó la tensión y la preocupación ciudadana.
Hasta el momento no se registran fallecidos, pero siete personas fueron trasladadas a centros asistenciales con heridas y cuadros de intoxicación.
Las investigaciones preliminares apuntan a que el foco del incendio se originó en antiguas salas de cine que fueron convertidas irregularmente en bodegas. Estas modificaciones, sin permisos ni controles adecuados, han puesto en jaque la seguridad de los ocupantes y vecinos del sector.
“Este siniestro desnuda la precariedad con la que se manejan ciertos espacios en el centro de Santiago, donde la informalidad y la falta de fiscalización son un cóctel peligroso,” señala la arquitecta y urbanista Paula Rojas.
Desde la Municipalidad de Santiago, en tanto, se han comprometido a reforzar la inspección en edificios con usos mixtos y a revisar la normativa vigente para evitar que espacios inseguros se mantengan en pleno corazón urbano.
La emergencia ha abierto un debate que atraviesa distintas perspectivas:
- Desde la mirada gubernamental, el delegado presidencial de la Región Metropolitana, Gonzalo Durán, ha enfatizado la necesidad de acelerar las reformas en seguridad urbana y fortalecer a Bomberos y servicios de emergencia para responder con mayor eficacia.
- Los vecinos y locatarios afectados expresan una mezcla de alivio por la rápida evacuación, pero también frustración y miedo ante la precariedad y la falta de respuestas claras sobre la seguridad en sus barrios.
- Organizaciones sociales y de derechos humanos advierten que detrás de la informalidad en el uso de estos espacios hay una realidad social compleja: la falta de acceso a viviendas dignas y espacios seguros para la población más vulnerable.
“No podemos hablar solo de un incendio; estamos frente a una tragedia social que se repite en la ciudad, donde la exclusión y la desigualdad se traducen en riesgos evitables para miles de personas,” afirma el representante de la ONG Ciudad Segura, Marcelo Vega.
A más de cuatro meses del siniestro, las calles aledañas permanecen con cortes parciales de tránsito (Santo Domingo, Catedral y San Antonio), afectando la movilidad y la actividad económica local. Las reparaciones estructurales avanzan lentamente, mientras la fiscalización municipal se ha intensificado, aunque con críticas por falta de recursos y coordinación.
En términos de políticas públicas, el incendio ha puesto en evidencia la urgencia de:
- Modernizar la normativa de seguridad en edificios antiguos y usos mixtos.
- Fortalecer la fiscalización y sanción de irregularidades urbanas.
- Incorporar un enfoque social que aborde las causas profundas de la informalidad y precariedad habitacional.
Este incendio no es solo un accidente aislado, sino un síntoma de tensiones urbanas y sociales que Santiago arrastra desde hace años. La tragedia expone la fragilidad de un modelo urbano que, en su expansión y densificación, ha dejado espacios invisibles y vulnerables, habitados por quienes no encuentran alternativas seguras.
La narrativa que emerge es contradictoria y plural: mientras las autoridades prometen respuestas y reformas, la ciudadanía reclama justicia, prevención y dignidad. En este coliseo de intereses y necesidades, la lección es clara: sin abordar las raíces sociales y estructurales, cualquier solución será parche y la próxima tragedia, una posibilidad latente.
Fuentes consultadas: La Tercera, Municipalidad de Santiago, declaraciones del delegado presidencial Gonzalo Durán, ONG Ciudad Segura, entrevistas a vecinos y expertos en urbanismo.
2025-10-17