
Un acto de desinformación que desnuda la fragilidad del debate político y la persistencia del juego sucio en Chile. El 14 de noviembre de 2025, un video comenzó a circular en redes sociales donde una mujer, Adriana Vargas Jara, se presentó como prima de la candidata presidencial oficialista Jeannette Jara, para lanzar duras críticas contra ella. La falsedad no tardó en ser desmentida: el comando de Jara aclaró que Vargas no tiene ningún vínculo familiar ni social con la candidata y calificó el hecho como un acto de difamación.
"Desmentimos categóricamente que la mujer del video tenga algún tipo de relación, familiar o social, con la candidata. El material constituye un acto de difamación en su contra", afirmó el equipo de campaña, que anunció la presentación de acciones legales para que se investiguen y sancionen a los responsables.
La mujer involucrada, ante la presión y la querella anunciada, publicó posteriormente un video disculpándose y calificando su actuación como una "humorada", asegurando que no hubo mala intención. Sin embargo, la incógnita sobre quién la instigó o financió permanece abierta.
Este episodio no es un caso aislado, sino que se inscribe en una larga tradición de campañas sucias en la política chilena, donde la desinformación y la manipulación han sido herramientas recurrentes para desacreditar adversarios. En la campaña del plebiscito de 1988, por ejemplo, se recuerda cómo actores vinculados a la derecha enviaron a Uruguay a entrevistar a la exesposa del entonces vocero del NO, Ricardo Lagos, en un intento de dañar su imagen. En años posteriores, figuras como Michelle Bachelet y Sebastián Piñera también fueron blanco de acusaciones infundadas y maniobras mediáticas destinadas a erosionar su credibilidad.
"Chile merece una campaña limpia, basada en ideas, propuestas y respeto, sin que el juego sucio empañe el derecho de los ciudadanos a decidir informadamente", concluyó el comando de Jara, en un llamado a la reflexión sobre el tipo de democracia que se quiere construir.
Desde distintos sectores, la reacción fue de condena, pero también de alerta. Algunos analistas señalan que estos episodios reflejan no solo la polarización extrema, sino también la vulnerabilidad de la ciudadanía frente a la circulación rápida y poco verificada de contenidos en redes sociales.
La desinformación, alimentada por grupos con intereses políticos específicos, se convierte así en un arma que puede influir en la percepción pública y, en última instancia, en el resultado electoral.
La campaña presidencial de 2025, que ya enfrenta tensiones internas y presiones por la conformación de comandos, ahora debe lidiar también con estas sombras que amenazan con desviar la atención de los debates programáticos y las propuestas concretas.
En definitiva, este caso pone en evidencia la necesidad de fortalecer los mecanismos de verificación y responsabilidad en el ámbito digital, así como de fomentar un consumo crítico de la información por parte de la ciudadanía.
El desafío es mayúsculo: construir un espacio político donde las ideas y la verdad prevalezcan sobre la manipulación y la mentira, para que la democracia chilena pueda avanzar con mayor transparencia y respeto.
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Fuentes: Cambio21, declaraciones oficiales del comando de Jeannette Jara, análisis históricos sobre campañas políticas chilenas.