
Un anuncio que estremeció el mercado y puso a Chile en el centro de una tormenta comercial. El pasado 8 de julio, el expresidente Donald Trump sorprendió con una declaración que, meses después, sigue marcando la agenda económica y política del país: “Creo que el arancel sobre el cobre vamos a hacerlo del 50%”. Esta amenaza, expresada en un programa de streaming de La Tercera, detonó una ola de incertidumbre que aún reverbera en los pasillos del Congreso, en las oficinas de las grandes mineras y en las conversaciones cotidianas de las comunidades ligadas a la minería.
Desde la declaración inicial en julio, el precio del cobre experimentó una volatilidad marcada: un aumento inmediato seguido por una caída pronunciada. Esta dinámica refleja la complejidad de un mercado global donde la especulación y la política se entrelazan. A medida que avanzaron las semanas, el gobierno chileno activó canales diplomáticos para mitigar el impacto, mientras que las empresas mineras ajustaron sus estrategias para enfrentar un escenario incierto.
Desde el mundo político, las reacciones no se hicieron esperar. Sectores de la oposición han interpretado la medida como un llamado de atención para diversificar la economía chilena y reducir la dependencia del cobre. En contraste, el oficialismo ha enfatizado la necesidad de fortalecer la diplomacia económica y proteger los intereses nacionales sin caer en confrontaciones que podrían agravar la situación.
“Este arancel no es solo un golpe económico, es un desafío a nuestra soberanía y capacidad de negociación internacional”, afirmó un diputado de oposición en una sesión parlamentaria en septiembre.
Las regiones mineras, particularmente Antofagasta y Atacama, han sentido con fuerza las consecuencias. El aumento en la incertidumbre ha provocado cancelaciones de proyectos y un freno en la inversión extranjera, afectando el empleo local. Por otro lado, comunidades indígenas y organizaciones sociales han aprovechado el momento para exigir mayor participación en las decisiones sobre recursos naturales y beneficios más equitativos.
Las grandes compañías mineras han adoptado una postura cautelosa, buscando equilibrar la defensa de sus operaciones con la necesidad de mantener relaciones fluidas con Estados Unidos. Expertos en comercio internacional advierten que, aunque la amenaza de aranceles tan altos es inusual, no es imposible, y que Chile debe prepararse para escenarios de mayor proteccionismo.
“La guerra comercial no es un juego de suma cero; Chile debe fortalecer su estrategia multilateral y diversificar sus mercados,” señala un académico de la Universidad de Chile especializado en economía internacional.
Tras casi cinco meses de evolución, el episodio del arancel del 50% al cobre ha dejado claras verdades: la dependencia chilena del cobre y de Estados Unidos como socio comercial es una vulnerabilidad estratégica, y las tensiones comerciales pueden tener impactos profundos y duraderos en la estabilidad económica y social del país. La situación ha evidenciado la urgencia de una política de diversificación económica y de fortalecimiento de las capacidades diplomáticas.
En definitiva, este pulso comercial no solo es una disputa tarifaria, sino una llamada a repensar el modelo de desarrollo y la inserción internacional de Chile en un mundo cada vez más complejo y fragmentado.
2025-11-12
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