
Fonasa enfrenta un desafío mayúsculo tras la fallida licitación para implementar la Modalidad de Cobertura Complementaria (MCC), un seguro complementario voluntario que buscaba ampliar el acceso a prestaciones privadas para los afiliados de Fonasa de los tramos B, C y D. El proceso fue declarado desierto en junio de 2025, pues ninguna aseguradora presentó ofertas, pese a que más de 480 prestadores privados, incluyendo clínicas y centros médicos, se inscribieron para participar. Este revés no solo desnuda las complejidades técnicas y financieras del proyecto, sino que también expone las tensiones entre los actores involucrados y las limitaciones estructurales del sistema de salud chileno.
Desde la aprobación de la llamada "ley corta de isapres", la MCC se planteó como una solución para aliviar las históricas listas de espera quirúrgica y mejorar la cobertura hospitalaria privada para los beneficiarios de Fonasa. Sin embargo, la primera licitación, que culminó a fines de junio, quedó vacía. Ninguna compañía de seguros presentó oferta formal, lo que obligó a Fonasa a abrir un nuevo proceso con plazo máximo hasta septiembre.
Camilo Cid, director de Fonasa, afirmó: "No lo consideramos un fracaso, sino un proceso complejo que requiere ajustes y diálogo con el mercado". Sin embargo, las causas apuntan a problemas de fondo: la incertidumbre sobre la masa crítica de asegurados, la red de prestadores disponibles y los costos asociados.
Uno de los puntos más críticos es la llamada selección adversa: el temor de que solo quienes requieren cirugía inmediata se adhieran al seguro, elevando los costos y riesgos para las aseguradoras. Fonasa estimó que, de los más de 350 mil pacientes en lista de espera quirúrgica no GES, solo alrededor de 3.800 tendrían el perfil económico y laboral para acceder a la MCC. Este cálculo, cuestionado por la industria, reduce drásticamente la masa potencial de afiliados, poniendo en duda la sostenibilidad del seguro.
"El seguro es sostenible si hay mucha gente", explicó Cid, reconociendo la necesidad de ampliar la base de cotizantes para evitar riesgos financieros.
Otro factor decisivo fue la composición de la red de prestadores. Aunque se inscribieron 486 prestadores, incluyendo clínicas regionales y centros ambulatorios, las grandes clínicas de alta complejidad en Santiago, como RedSalud, Clínica Alemana, Clínica Las Condes y UC Christus, no firmaron convenios.
Fuentes del sector señalan que el arancel hospitalario fijado por Fonasa no es atractivo para estos prestadores, a diferencia del segmento ambulatorio, lo que limita la oferta y la competitividad del seguro.
Este vacío genera un círculo vicioso: sin una red robusta y reconocida, la demanda potencial se reduce, y sin masa crítica, las aseguradoras no ven viable el negocio.
Fonasa ha anunciado modificaciones en las bases de licitación, incluyendo la incorporación de un mecanismo de "stop loss" para compartir riesgos con las aseguradoras y la actualización del arancel para atraer más clínicas. También se busca ampliar la consulta al mercado, incluyendo actores internacionales, para generar mayor competencia.
El presidente de la Asociación de Aseguradores afirmó: "La colaboración entre Estado, aseguradores y prestadores es clave, pero requiere condiciones claras y masividad en la adhesión".
Por su parte, RedSalud ha impulsado modelos alternativos, como cirugías paquetizadas con precios transparentes para pacientes Fonasa, buscando reducir listas de espera y ofrecer alternativas privadas accesibles, pero fuera del esquema MCC.
Este episodio revela que la implementación de un seguro complementario público-privado en Chile no es solo un asunto técnico, sino un verdadero desafío político, económico y social. La MCC apunta a aliviar la presión sobre el sistema público y ampliar opciones, pero enfrenta:
- Limitaciones en la masa crítica de asegurados potenciales, debido a restricciones económicas y perfil de los afiliados.
- Resistencia y desconfianza de aseguradoras privadas, preocupadas por riesgos financieros y selección adversa.
- Falta de adhesión de grandes prestadores privados, que condiciona la oferta y la percepción ciudadana.
En suma, la MCC es un proyecto estructural que llegó para quedarse, pero requiere un diálogo abierto, ajustes profundos y la construcción de consensos entre Estado, mercado y sociedad para funcionar. Su éxito o fracaso tendrá consecuencias directas en la equidad y eficiencia del sistema de salud chileno en los próximos años.
Fuentes: La Tercera, BioBioChile, declaraciones oficiales de Fonasa, Asociación de Aseguradores, entrevistas con expertos en salud pública.
2025-08-06