
El despliegue del J-35A por parte de China representa un hito en la carrera armamentista aérea global, y con ello, un desafío abierto al dominio que Estados Unidos ha mantenido en el aire desde hace décadas. El 9 de julio de 2025, imágenes difundidas en redes sociales mostraron al nuevo caza furtivo J-35A en acción dentro del Ejército Popular de Liberación, confirmando su entrada en operación activa.
Presentado oficialmente en noviembre de 2024, el J-35A es una versión mejorada del modelo naval J-35, diseñado con tecnología de quinta generación, incluyendo avanzada aviónica y sensores que le permiten operar con sigilo. Según medios estatales chinos, es más ligero y versátil que el J-20, otro caza furtivo de la fuerza aérea china, y posee capacidad para atacar objetivos terrestres y marítimos. Además, puede operar desde portaaviones, ampliando su alcance operativo. Este despliegue confirma que China es el segundo país, después de Estados Unidos, en contar con dos tipos de cazas furtivos activos.
Desde Washington, la noticia ha sido recibida con preocupación y un llamado a reforzar la alianza militar en el Indo-Pacífico. Un alto funcionario del Pentágono citado por Newsweek señaló que 'la fuerza aérea china se está acercando rápidamente a los estándares estadounidenses'. Esta modernización forma parte de una estrategia más amplia que incluye drones, armas hipersónicas y capacidad de asalto anfibio, que Estados Unidos interpreta como una amenaza directa, especialmente hacia Taiwán.
Por otro lado, Pekín sostiene que el desarrollo del J-35A es un paso legítimo hacia la modernización de sus fuerzas armadas, buscando equilibrar el poder militar global y proteger su soberanía. Desde una perspectiva regional, países como Japón y Australia han expresado inquietud ante el aumento de la capacidad militar china, mientras que otros actores, como Corea del Sur, llaman a la diplomacia para evitar una escalada bélica.
La presencia del J-35A en la flota china añade una nueva dimensión a la ya tensa situación en el Indo-Pacífico. Estados Unidos ha reafirmado su compromiso de defensa con Taiwán y sus aliados, mientras que China mantiene su postura de que Taiwán es parte inseparable de su territorio. La carrera armamentista aérea no solo genera riesgos de confrontación directa, sino que también impulsa a los países vecinos a revisar sus propias estrategias de defensa y alianzas internacionales.
Tras meses de análisis y verificación, se puede concluir que el J-35A no es solo un símbolo de poderío tecnológico, sino un instrumento concreto que modifica el equilibrio estratégico global. La modernización militar china pone en evidencia la creciente competencia entre dos potencias con visiones irreconciliables, y obliga a la región a navegar en aguas cada vez más turbulentas. La tensión no es una amenaza abstracta, sino una realidad palpable que condiciona decisiones políticas, económicas y militares en el presente y en los años venideros.
2025-11-11