
El 21 de julio de 2025, Santiago fue escenario de un encuentro inusual en la política latinoamericana: el presidente Gabriel Boric recibió a sus pares de Brasil, España, Colombia y Uruguay para la llamada "cumbre del progresismo", bajo el lema "Democracia Siempre". La cita buscaba consolidar un frente común en defensa del multilateralismo, la democracia y la justicia social, en un contexto global marcado por la polarización, la desigualdad creciente y la desinformación.
Desde entonces, el escenario ha mutado. Los ecos de la cumbre, que en el momento generaron expectativas de renovación política, hoy muestran grietas y debates que merecen ser revisados con calma.
### Un frente político con luces y sombras
En la superficie, la cumbre representó un esfuerzo diplomático para fortalecer alianzas entre gobiernos con agendas progresistas, centradas en tres ejes: fortalecimiento de la democracia y multilateralismo, reducción de desigualdades y regulación tecnológica. Sin embargo, la realidad posterior ha puesto en evidencia tensiones internas. Desde sectores conservadores y liberales, se cuestionó la efectividad de la alianza, acusándola de ser un "acto simbólico sin propuestas concretas", según analistas consultados.
Por otro lado, voces desde la izquierda más crítica han señalado que la cumbre no abordó con la profundidad necesaria la crisis social y económica que atraviesan muchos países de la región. Una académica de la Universidad de Chile comentó que "la retórica progresista quedó atrapada en compromisos genéricos que no enfrentan las raíces estructurales de la desigualdad".
### Impacto regional: esperanza y desencanto
En Brasil y Colombia, donde los presidentes Lula y Petro enfrentan desafíos domésticos complejos, la cumbre fue vista como una oportunidad para reforzar la imagen internacional y buscar apoyos en la arena global. No obstante, la opinión pública en ambos países se muestra dividida. Encuestas recientes indican que un sector relevante de la ciudadanía percibe estas iniciativas como desconectadas de las urgencias locales, como la violencia y la pobreza.
En España, el presidente Pedro Sánchez apostó por la alianza para reforzar su agenda europea, especialmente en materia de regulación tecnológica y lucha contra la desinformación. Sin embargo, la crisis política interna y la fragmentación parlamentaria han limitado la capacidad de impulsar reformas profundas.
### Voces ciudadanas y sociedad civil
En Santiago, movimientos sociales y organizaciones civiles valoraron positivamente el llamado a fortalecer la democracia, pero criticaron la falta de mecanismos claros para la participación ciudadana en las decisiones multilaterales. Una dirigente social señaló que "la democracia no se defiende solo desde los palacios, sino en la calle y en las comunidades".
Además, la preocupación por la regulación tecnológica y la desinformación, uno de los ejes del encuentro, ha cobrado mayor relevancia tras episodios recientes de manipulación digital y fake news en la región, lo que pone a prueba la voluntad política expresada en la cumbre.
### Constataciones y consecuencias
Cuatro meses después, la "cumbre del progresismo" en Santiago se revela como un capítulo complejo, donde convergen aspiraciones legítimas y desafíos difíciles de sortear. El compromiso por la democracia y la justicia social persiste, pero enfrenta obstáculos estructurales y divergencias políticas que no se resolvieron en la mesa de La Moneda.
La experiencia deja en claro que las alianzas regionales, por más bienintencionadas que sean, requieren de un trabajo sostenido, transparencia, y sobre todo, una conexión genuina con las demandas ciudadanas. La política progresista en América Latina y Europa debe confrontar no solo la fragmentación interna sino también el desencanto social, si quiere trascender la retórica y generar cambios palpables.
En definitiva, la cumbre fue un llamado a la acción, pero la verdadera prueba está en lo que vendrá después: la capacidad de transformar palabras en políticas efectivas y en un diálogo que incluya todas las voces.
Fuentes: análisis de Diario Financiero, entrevistas con académicos de la Universidad de Chile, encuestas de opinión pública en Brasil y Colombia, y reportes de organizaciones sociales chilenas.
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